ii.

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Christopher siente su piel quemar ahí donde Felix tocó. Su cuerpo se tensa pero él no parece notarlo. Intenta darle una sonrisa, y se palmea la espalda mentalmente cuando logra hacerlo si hacerla parecer una mueca extraña.

—Deberías poner más atención— el de ojos índigo reprende. Su voz es tranquila, sin embargo, y no hay rastros de enojo real en ella. Christopher asiente, dedicándole una tierna sonrisa que solo Felix es capaz de responder con un brillo especial en sus ojos.

—Lo siento.— el mayor dice. Hay un puchero en sus labios y el menor rueda los ojos porque conoce bien esa técnica. La sonrisa no desaparece de sus labios rosados después de todo y Christopher se siente orgulloso de ser el causante de aquello.

Un beso es dejado sobre la mejilla del rizado, y solo cuando la campana de salida suena esque es capaz de salir de su estupor.

—¡Chris, vamos!— Felix lo llama desde la puerta, y él sacude su cabeza cuando se da cuenta que se ha perdido de nuevo entre las sensaciones que provocan los labios del menor contra su piel.

Christopher recoge sus cosas y rápidamente las mete dentro de su mochila, para posteriormente colgarsela al hombro y salir del salón junto con Felix. Y jura que aún puede sentir los labios calientes del chico contra su mejilla, y que el ojiazul tome su mano mientras caminan por los  pasillos del instituto, realmente no ayuda en nada.

Él mira sus manos unidas. El como sus dedos entrelazados encajan de forma perfecta. Las manos de Felix son tan pequeñas que simplemente no cree que estén hechas para alguien más que no sea él. Y él ya debería estar acostumbrado a esto. Felix siempre lo hace y Christopher siempre actúa como si fuera una cosa sin importancia. Pero es una cosa después de todo, y Christopher es humano y él en serio cree que es capaz de sentir su estómago revolverse cada vez que esto pasa, cada vez que Felix toma su mano y camina junto a él con esa sonrisa brillante en sus labios y ese rubor tan tierno en sus mejillas. Las piernas le tiemblan y aún no sabe cómo es que no ha caído de rodillas ante el menor.

—¿Podemos empezar el proyecto hoy?— Felix pregunta y el mayor tiene que obligarse a alejar cualquier pensamiento inapropiado de su cabeza cuando el chico se detiene frente a él.

—Claro— responde, y no sabe si Felix está consiente de lo qué causa en él, pero las caricias en el dorso de su mano no cesan y Christopher no puede evitar tocar de forma suave sus pequeños deditos de uñas pintadas de azul cielo—¿En tu casa o en la mía?— pregunta.

El menor muerde sus labios pensativo, y la mirada de Christopher está fija en sus movimientos. Una oleada de calor atraviesa su cuerpo, y la fuerza que hace para alejar aquellas ganas de empotrar al pequeño contra la pared y devorarle la boca de forma salvaje es sobre humana. El recuerdo constante de que aún se encuentran en los pasillos del instituto es lo único que lo detiene. Y quizá ese no sea ningún problema para Christopher. La imagen en su cabeza de él mismo metiendo su lengua en la boca del contrario frente a todos es excitante. Pero sabe que aquello es algo que molestaría a su niño en demasía. Y él, sinceramente, el enojo del de fanales índigo es lo último que desea en estos momentos.

—¡En la tuya!— Felix responde alegremente, cierto sonrojo apareciendo en sus mejillas. Christopher asiente, embobado en la gran sonrisa que el menor le dedica.

Y es increíble como Felix puede pasar de ser el chico más caliente que Christopher desea, a el niño más adorable que tanto ama.

—De acuerdo. Como desees, cariño.

Siempre hay cierto cariño en las palabras de Christopher cuando de Felix se trata. Los apodos amorosos se le escapan sin darse cuenta y sin embargo al ojiazul no parece molestarle. Siempre ha sido así, y a Christopher le encanta cuando sus mejillas se tornan de ese rojo que tan tierno lo hace ver. Es una cosa solo de ellos, o eso Bang quiere creer.

El deseo en sus anhelos es fuerte. Felix siempre ha sido su mejor amigo. Pero él ya no puede ocultar cuanto lo desea. Y sabe de ante mano que aquello está mal, hay algo dentro de su cabeza que simplemente lo detiene cuando algún movimiento a su favor quiere usar. Una voz que le grita que aquellas miradas y caricias no son más que simples muestras de cariño entre amigos. Hay personas que se lo han dicho, las pocas que saben de los sentimientos que se desbordan dentro del pecho de Christopher.

Pero Bang es terco y él simplemente no puede dejar de pensar en la sensación que sienten sus manos cuando Felix está junto a él. Su cuerpo lo llama y se siente deseoso de tocarlo. De probar sus pronunciadas curvas, morder su apetitoso cuello y mordisquear sus finos labios hasta dejarlos rojos he hinchados. Es una picazón en su piel que poco a poco lo vuelve loco. El deseo se desborda de sus miradas y la frustración se encuentra en las orillas de este mismo.

Y él tan solo tiene 18 años y muy seguramente muchos piensan que se trata de una calentura de adolescente hormonal.

Pero Christopher sabe que no es así.

pink pastel ー chanlix.Where stories live. Discover now