iii.

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Hay algo en Felix que lo ha tenido vuelto loco desde hace tiempo. Y puede que quizá su cuerpo y aquellas faldas que se ajustan perfectamente a sus caderas estén entre ese algo. Pero también están sus sonrisas, su ternura y calidez que lo ha caracterizado desde que era un crío. Sus mejillas rojas, sus preciosas pecas y su voz gruesa aún llegando a la de un angel que para Christopher es más que música relajante en un día lluvioso llenó de libros al rededor y tazas de chocolate caliente en sus manos.

Hay algo más en él, y Christopher realmente quiere averígualo. Porque no importa que tan abierto y honesto sea Felix con él, siempre habrá una parte que el rizado querrá conocer. Siempre habrá algo que querrá tocar.

De nuevo la calidez de aquellos labios finos se sienten sobre su mejilla. Es imposible no notar lo que Christopher lo adora, y le encanta, porque es en ese momento en que sus manos son capaces de sostener las caderas del niño. El rubor en sus mejillas no se va y el mayor siente la necesidad de acariciarlas con sus pulgares.

—Entonces nos vemos esta tarde— Felix habla, con sus manos apoyadas sobre el pecho del mayor. Están demasiado cerca y Christopher se aguanta las ganas de apretar el agarre de sus manos—. Mamá quiere que la acompañe a hacer las compras.— concluye, y el mayor siente la desilusión llenando su cuerpo. Él quería caminar junto a Felix y tomar su mano durante todo el trayecto a su casa. Pero al parecer sus planes tendrán que cambiar un poco.

—De acuerdo.— responde y él realmente se las arregla para dar una sonrisa que se vea lo suficientemente satisfecha. Funciona al parecer, pues el brillo en los orbes oceánicos  de Felix asciende y la sonrisa en su rostro aumenta.

—¡Genial! ¡Eres el mejor!— grita con alegría, sus pequeñas manos aún sostienen las grandes de Christopher. Y Christopher desea que sea así por siempre, porque es perfecto, porque encajan; porque no quiere otra cosa en su vida que no sean sus manos sujetando a Felix entre ellas.

—¡Nos vemos, te quiero!— escucha como el menor grita antes de salir corriendo directo a la salida del instituto. Está seguro que dijo algo más, pero su cabeza distraída no logra recordar. No le importa mucho, sin embargo. Sus ojos están fijos en la forma en que la falda de Felix rebota conforme corre por el largo pasillo, dejando ver solo un poco más de esa dorada piel de sus muslos. Es exquisito a su vista lujuriosa, y su corazón palpita fuerte contra su pecho.

Christopher muerde su labio inferior con ímpetu, hay miradas extrañas provenientes de los estudiantes que aún deambulan por los pasillos pero a él parece no importarle; nada logra, realmente, importarle cuando del niño de ojos zafiro se trata.

🍰

Christopher nunca fue alguien exageradamente desordenado. Su habitación siempre fue como la de un adolescente normal. O eso cree él.

Hay ropa tirada en el piso y sabe que tiene que apresurarse a limpiar porque Felix ,no tarda en llegar. Toma una ducha antes de eso, y es justo cuando la habitación está impecable que el timbre de la puerta retumba en toda la casa.

No está nervioso, por supuesto que no, han hecho esto millones de veces. El menor es de esas visitas constantes en la casa del mayor. No es extraño para su familia ver a Felix muy seguido allí, pues después de todo, son vecinos, y claro, mejores amigos.

Pero no puede evitar que su estómago se revuelva y sus manos suden de los nervios. Él puede estar muy acostumbrado a la presencia de Felix y por supuesto a sus gestos cariñosos de vez en cuando. Pero, últimamente, había estado evitando estar a solas con él en su habitación. Su cuerpo entero picaba cada vez que veía al pequeño sobre su cama. No creía contenerse y esa era la razón por la cual la sala era un mejor lugar para estar. Una imprudencia era lo último que quería cometer.

pink pastel ー chanlix.Where stories live. Discover now