Nunca nadie podrá decir que fuimos mentira. Fuimos más peligrosos que las mentiras, corrimos más rápido que ellas y podríamos perfectamente en una de nuestras noches habernos dicho toda la verdad. Agarré la vida por el costado derecho intentando salir ilesa de tus accidentes.
Llevabas demasiados radares para soportar las velocidades de nuestros cuerpos. Y sonó la puerta cuando te fuiste, tan leve que todavía retumba en mi oídos todo lo que arrastrabas.
Te llevabas la parte de mí que te negabas a soltar porque aún no hemos sabido soltarnos del todo.
Las paredes aún tienen "deja vús" que te mencionan, y salgo a pasear por las mañanas pidiendo que vuelvas. Mirabas y subía la marea y en mi cama empezaban los poemas a dar vueltas entre sábanas drogadas con tu olor.
Hacías veranos a bajo cero y a cualquier distancia la sobornabas con un vis a vis de la piel.
Tu mirada escocía los domingos, pero curaba todos los días de la semana. Joder, aún no sé por qué te fuiste. Veo tus maletas en todas las estaciones y te imagino deambulando por el mundo con la libertad entre los dedos.
Tengo en mi pulmón el aire de nuestra última noche y gemidos que guardé para esos días en los que si no era tuya no era.
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