Capítulo IV, ''Hostel of Terror''.

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La música retumbaba como la noche anterior, todo era como la noche anterior. Harry con su rubia y Nathan con la morocha, devorándose a besos apasionados, en una de esas, el rizado notó como la rubia nuevamente quería darle de beber cosas que ni él sabía que traían, a lo cual negó sintiendo un gran dolor de cabeza. Apoyó sus manos sobre las caderas de la chica haciéndola hacia atrás. —¿Dónde queda el baño? —Preguntó el ojimiel mirando hacia otro lado, Mía simplemente señaló la puerta del ''baño'' con desgano, no le agradaba mucho la idea de que Harry no se quisiera ''divertir'' con ella. 

Él se dirigió hacia allí mientras Nathan se quedaba con las chicas bailando y, a diferencia de él, si aceptaba sus bebidas sin siquiera sentir una mínima curiosidad sobre el evidente sabor a orina que tenían.

Harry abrió la puerta que la rubia le había indicado y sin lograr darse cuenta, bajó el cierre de su pantalón, orinando en una pared que había detrás de esa puerta. Era como un depósito pero no tan pequeño y sin techo. Extraño. Se deslizó por la otra pared quedando sentado en el suelo algo lejos del líquido, aunque no es entendible como podía estar allí con aquel olor. Terminó sentado en el piso y sus ojos, por fin se cerraron, ¿qué hacías durmiéndote allí, Styles?  Su cabeza estaba hecha pedazos por dentro, en pensar en donde estaría Leonard, en preocuparse por como le iría a su madre en su casa, era literal. El sonido de la música retumbaba en aquel pequeño lugar en el que se encontraba, hubiera sido muy inteligente haber huido hacia su habitación y no al baño. O quizá a lo que él quería creer que era un baño para no devolver lo poco que había comido, allí. 

Mañana siguiente, las gotas caían sobre el rostro de Harry, aunque no eran muy fuertes, pero al no haber techo en aquel lugar, hacían que el pequeño permitiera mojar todo su cuerpo. Abrió sus ojos con dificultad, visualizando todo con borrosidad. Juntó fuerza de voluntad y por fin, se levantó de su lugar sacudiendo su cuerpo y cabello, toda su ropa estaba empapada y aún se sentía algo mareado. Su mano se posicionó en el picaporte, ni siquiera recordaba como había terminado durmiéndose en aquel asqueroso armario sin techo. La puerta no abría. —¿Hola? ¿HAY ALGUIEN? ¡Sáquenme de aquí! ¡Sáquenme! ¡Nathan! —Comenzó a decir en un alto tono de voz mientras intentaba forcejear la puerta, los espacios tan cerrados le daban terror. Cuando estaba sobrio. —Tranquilo viejo.  —Se escuchó desde afuera la voz del encargado regordete buscando entre sus miles de llaves la llave de aquel armario. Colocó la llave en la cerradura, hacía todo en cámara lenta, digno de enloquecer a cualquiera. Al por fin abrir la puerta, el menor se abalanzó sobre sus brazos intentando recuperar su respiración. —¡Gracias, muchas gracias! —Agradeció mientras el encargado lo alejaba de mala gana. Harry caminó a paso rápido hacia su habitación ya que la noche anterior no había dejado su llave y llevaba en el bolsillo. Las muy perras no estaban allí. Nathan tampoco. 

''Hostels" Larry Stylinson. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora