Capítulo V ''Mala Praxis''.

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Harry estaba aterrado, quería salir de allí lo más rápido posible, pero antes quería recuperar a sus amigos. Cualquier otra persona habría pensado que estaban echándose un polvo con alguna de esas locas que había por allí, pero si así fuera, podrían haber avisado y no lo habían hecho. Él quería resolver esto, y quería hacerlo rápido. Cuando ingresa en su habitación, hay dos chicas desconocidas quienes, al igual que Mía y Maggie, lo invitan a acompañarlas al sauna, de exactamente la misma manera, con exactamente las mismas palabras, susurrando el nombre de una de ellas al retirarse de la habitación. ¿Qué carajo estaba pasando? ¿Acaso él estaba perdiendo la cordura? 

Rápidamente el rizado comenzó a armar su bolso con todas sus pertenencias, y al final de todo, un pequeño cuadro que estaba en la mesada al lado de su cama. Una foto de él y Nathan. —Te encontraré, amigo. Lo prometo. —Dijo mirando la foto y pasó su dedo pulgar por la misma acariciando sobre el rostro de su amigo. Las manos le temblaban por el miedo que sentía, no tenía idea de donde podrían estar, pero los quería de vuelta y los encontraría, sin importar sus miedos. Porque la amistad va más allá que todo.

Cerró su valija y salió de la habitación, decidido a buscar a la negra y a su mejor amigo. Al bajar las escaleras, se topó nuevamente con el encargado sentado en su silla como siempre, jugando con las llaves. —¿Has visto a mis amigos? —Preguntó intentando simular que no estaba asutado. Harry era astuto.

— Neeh. —Contestó sin prestarle atención al menor, el cual apretó sus puños para intentar demostrar su enojo con aquel estúpido, cuando una voz femenina se escuchó a sus espaldas.

—Están en una convención de arte, cariño. —Dijo esa arpía a lo cual Harry giró su cuerpo sintiéndose más relajado ante ello. Pidió permiso para dejar sus maletas allí y el encargado las guardo. El rizado se colocó frente a Maggie mirándola desafiante, no quería que nadie se diera cuenta del temor que realmente sentía por dentro. Esta chica se veía diferente esta vez, no estaba maquillada ni ebria, sus ojeras se notaban de a metros y aquella sonrisa a medias en su rostro dejaba mucho que desear.

—Llévame. —Suplicó Harry mientras su mirada se dirigía hacia la entrada, había un chófer esperándolos. ¿Cómo podría ella saber que él decidiría ir a buscarlos? Era realmente extraño el tan solo pensarlo. Pero quería arriesgarse. Ella giró en silencio, sin borrar aquella sonrisa de su rostro y, comenzó a caminar hacia la salida. Harry simplemente la siguió.

Ambos subieron a un auto negro con vidrios polarizados, Harry en el asiento de atrás y ella adelante, de copiloto, hablando en su idioma con el conductor. ''No lo entiendo'' Comentó el rizado mientras los veía con confusión. 

—¿Qué no entiendes, cariño? —Preguntó ella mirando el rostro de Harry por el espejo retrovisor central del auto. 

—No hables con él en un idioma que yo no entienda. —Ordenó mirando por la ventana, el pequeño no aguantaba ver a esa chica a los ojos, se veía malvada, realmente malvada. No era recomendable. 

Ella rió mascando chicle y así quedó por lo que restaba del camino. Luego de unos minutos, el auto se paró, había mucha gente reposada en autos negros en la salida de un lugar bastante viejo y horrible, aún más que el hostel. 

—Es aquí, sígueme. —Murmuró ella con sus manos en los bolsillos delanteros de su campera de cuero mientras comenzaba a caminar hacia dentro del lugar, ignorando cada persona que pasaba por allí. Harry la siguió en silencio, viendo como un señor salía del lugar mirando al suelo, deseando no volver allí jamas, se notaba en su mirada. Agrego, no se veía para nada seguro.

La puerta se abrió y se sintió un ruido aterrador al hacerlo, y cuando ambos estaban dentro, Maggie la cerró con fuerza apoyando su mano en la espalda baja de Harry para que él caminara hacia adelante. No se notaba tan confiado. El lugar tenía las paredes hechas un desastre y, se veía una luz verde al final del camino. Ellos simplemente siguieron aquella luz. Al llegar allí, ella escupió el chicle en el suelo mientras Harry comenzaba a dar unos dos pasos hacia atrás, la puerta estaba media abierta y sus ojos por desgracia, lograron visualizar un cuerpo. Un cuerpo recostado sobre una camilla y un hombre sobre él quitándole sus órganos con un montón de elementos que no sabría describir, pero eran filosos. —¿Q-qué es esto? —Dijo con miedo y al lograr dar otro paso hacia atrás, tropezó del nerviosismo, cayendo al suelo mientras la zorra reía sin piedad alguna. 

Gané mucho dinero por ti. —Dijo ella mientras dos hombres se acercaban al pequeño y lo tomaban de los brazos comenzando a arrastrarlo hasta la habitación en la cual encontraría su fin. Mientras lo arrastraban por el suelo y él suplicaba que lo dejaran ir, logró ver en cada habitación a las personas rogando porque los suelten mientras clavaban cosas en sus pobres cuerpos. 

—¡Suéltenme por favor! ¡Déjenme ir!—Suplicaba a gritos. Pero sus palabras se perdían  a medida que avanzaban hacia aquel cuarto, el trauma de ver a tanta gente probablemente inocente en esas situaciones lo había dejado helado, y más el pensar que probablemente, su finalidad sería la misma. Estos dos matones lo empujaron hacia la habitación atándolo a una silla  y cerraron la puerta retirándose, el rizado se encontraba completamente asustado, las luces estaban apagadas, pero se escuchaba una voz tarareando una canción que sonaba malévola, aunque todo sonaba malévolo en aquel terrible lugar, Harry aún suplicaba que por favor no lo lastimaran. Una lámpara se prendió y aquel hombre giró desabrochando su abrigo, negro, tapaba todo su cuerpo. Tiró el mismo al suelo y colocó una mascarilla en su boca tapando la mitad de su rostro mientras agarraba un fierro con forma de dedos de perro, parecía tener tres uñas. Este  se cayó de sus manos y el ''asesino'' se dijo a si mismo. —Ten cuidado, idiota. —Harry reconoció esa voz y de una vez, todas las fichas cayeron sobre el tablero. No eran sólo esas zorras, era todo el maldito hostel. Sus amigos ya no estaban, los había perdido para siempre. 

Louis recogió el fierro del suelo y lo rozó por la pierna de Harry, el cual apenas podía suplicar por el gran miedo que abordaba su cuerpo, pero el ojiazul no se notaba muy confiado de lo que hacía, tenía maldad en el rostro pero detrás de esos ojos claros se notaba el odio que sentía al estar cometiendo tal acto. —¡Por favor no! ¡No lo hagas! ¡Sé que no quieres! —Suplicó disminuyendo el tono de voz al final. Louis sacó con cuchillo de su traje blanco lleno de sangre y rozó la punta del mismo por el pantalón de Harry cortando la tela y parte de su piel, sus manos temblaban como si fuera la primera vez que hiciera aquello, y estaba más que claro que no la era; el menor intentaba soltar sus manos pidiendo a gritos que lo liberasen. 

—Tú, jodido idiota, no sabes nada de lo que pasa en mi mente en este momento. ¡Claro que quiero! Quiero cortar tu cuerpo en pedacitos para luego jugar contigo. —Respondió con frialdad mirando directamente los ojos de Harry, quien temblaba a más no poder sintiendo aquella herida abierta con tanto dolor. 

— ¡Haré lo que sea, por favor! —Al escuchar aquello, Louis se levantó limpiando la sangre de Harry de su cuchillo y agarró una agujereadora apretando el botón para encenderla mientras se acercaba a él, que nuevamente, temblaba mientras entraba a un nivel de pánico inexplicable. 

—¿Lo que sea? —Preguntó mirando la punta de aquella pequeña máquina a lo cual Harry asintió intentando desatarse sin que el ojiazul lo notara. Quería salir de ahí y las posibilidades de hacerlas eran inútiles. Louis dejó la agujereadora junto con sus demás herramientas y se agachó frente a Harry desatando sus pies de las sillas, pero al terminar de hacerlo, los sostuvo mirándolo con una mirada amenazadora. —Sí intentas escaparte, morirás. —Levantó un poco su playera mostrando el arma escondida que llevaba bajo la misma, Harry realmente no entendía lo que estaba sucediendo allí. 

''Hostels" Larry Stylinson. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora