El hotel se veía desastrozo por fuera, pero quizá por dentro impresionaría un poco más. Yo me pregunto, ¿era legal allí todo eso? Parecía prostitución, jamas entenderían por qué alguien les habría recomendado semejante lugar o por qué alguien querría que fueran allí, qué va, se veía bien.
— Bienvenidos a Hostels ¿en qué puedo ayudarles? —Preguntó un hombre algo regordete apenas la puerta se abrió con los adolescentes ya dentro. No tenían reserva alguna, ¿y si no había lugar? ¿y si quedaban perdidos en la demencia de esta fría ciudad?
—Queremos una habitación. —Contestó el morocho al notar a sus compañeros tan callados, realmente se notaba que esto era nuevo para ellos. Él actuaba sin pudor existente.
— 201. —Dijo fríamente el empleado mientras se dirigían hacia la mesa en donde tenía todas las llaves colgadas sobre la pared.— Deberán compartirla, pero será de su agrado.— Afirmó dándoles las llaves de la habitación a los chicos y los mismos sin quejarse las tomaron. Fácil. —Se lo aseguro. — Murmuró guiñando uno de sus ojos, deslizaron sus maletas dirigiéndose hacia aquella habitación, antes teniendo que subir todas las malditas y aparentemente interminables escaleras.
El narizota colocó la llave en la cerradura y apenas se abrió la puerta de la habitación, lograron notar gracias al espejo tamaño anatomía humana, que había dos mujeres allí. Sus compañías de cuarto. Ambas, quitándose las playeras y colocándose batas.
—Lo siento, lo siento. —Se disculpó el rizado con inocencia por haberlas visto así, a lo cual ellas rieron y dijeron algunas frases en su idioma. Styles, eran solo tetas, no eran necesarias las disculpas.
—Los veo en el spa. —Murmuró la chica al salir de la habitación, con un acento bastante marcado; y antes de dirigirse al mismo, giro su cuerpo a 180 grados y agregó—. Maggie.
Los tres chicos se quedaron asombrados luego de verlas retirarse, quizá era real eso de que aquí encontrarían sexo fácil. Ordenaron sus cosas y entre charlas sobre aquellas chicas, ya estaban listos para ir al spa. Parecía no preocuparles el hecho de que las cosas estén saliendo tan bien, esos novatos no estaban informados de mucho.
—¡Heey! —Dijo Nathan mientras arribaba al lugar, ambas chicas estaban con el pecho al aire, recostadas, con su espalda sobre la pared. Ellos se sentaron frente a las mismas, Harry veía todo con miedo, como si supiera que allí algo estaban tramando.
— ¿Irán a la fiesta de esta noche? —Preguntó... ¿Maggie?
—¿Fiesta? —Cuestionó el morocho con entusiasmo notorio en su tono de voz.
—Esta noche, en la disco del piso bajo. Los esperamos. —Musitó la rubia, era la primera vez que escuchaban su voz. Aunque no era de su gran interés. Ambas chicas se levantaron de su lugar meneando las caderas y así se retiraron.
—Algo no anda bien aquí, ¿chicas lindas así de fácil? —Dijo Styles, ¿siempre solía ser tan aguafiestas? ¡Sí! ¡así era él! Desconfiado y temeroso, por si hacía falta mencionarlo.
—Calla, disfruta de una puta cosa en tu vida, virgen. —Se burló el barbudo. Eso había sido bastante cruel de su parte. La tarde pasó con rapidez, los chicos ya se encontraban nuevamente en su habitación haciendo estupideces de niños de diecinueve años en un hotel con chicas ardientes, pero sin las chicas allí.
Nueve de la noche, Styles estaba arreglando su cabello, el cual no tenía arreglo en realidad, solo tenía unos jodidos rulos que eran imposibles de peinar, siempre quedaban igual.
—¡Es hora, es hora! —Emitió Leonard, a lo cual, Harry y Nath rápidamente giraron y se dirigieron hacia la puerta bajando las escaleras con rapidez. Hacia el piso bajo, como las chicas les habían dicho. Se escuchaba la música retumbar desde afuera. Apenas llegaron a la disco, una chica con los ojos más cerrados que el ano de Harry, probablemente en un estado de droga absoluto, se abalanzó sobre el morocho. Harry y Nath comenzaron a caminar por el lugar entre toda la gente buscando a sus compañeras, las cuales lograron visualizar en una esquina, bailando y bebiendo.
—¡Heey, chicos! —Gritó Maggie desde su lugar elevando su bebida. Ellos se acercaron con una sonrisa en sus rostros, aunque la de Harry era a medias, por Dios chico, ¿eres homosexual o por qué mierda no te emociona todo esto?
—¡Hay mucho ruido! ¡No logro escucharte! —Dijo Harry en el oído de la rubia apoyando sus manos en su cintura, ella murmuró en su oído ''Mía''. Así se apodaba. Rodeó sus brazos por el cuello del rizado apegando sus cuerpos y sin decir nada antes, comenzó a besarle con intensidad. Nath no se quedaba atrás, estaba exactamente igual con la morocha. Pero ¿y Leonard? Había desaparecido en tan solo dos segundos con aquella asiática.
Los besos se fueron de línea, todos estaban borrachos, más que nada Harry, esa zorra lo había casi drogado en una ración de besos al tan inocente. La música comenzaba a sonar un poco más lento para ellos y en un abrir y cerrar de ojos, estaban en sus habitaciones con aquellas chicas montadas en sus pollas.
¡Ahh sí, Harry! -gemía la rubia mientras él solamente apoyaba sus manos en sus caderas con la mirada al frente, estaba tan borracho que quizá no recodaría eso la mañana siguiente. Lo mejor de todo esto, es que en la cama de al lado, a tan solo unos metros de Harry y Maggie, estaban Nathan y aquella morocha, teniendo relaciones.
La noche pasó entre un buen sexo, si así podría llamarle. Pero, ¿dónde estaba Leonard? Ni siquiera les importaba, estaban tan de la cabeza que nadie había notado que su amigo ya no estaba. En sus mentes, seguramente estaba echándose un polvo con la china.
| Cada vez más cerca, L |.