En el gran salón del Templo se escuchaban los suaves murmullos de algunos de los más importantes miembros de la Orden de las Sombras. Hablaban, discutían, esperaban la orden de su maestro. Kayn no había participado mucho últimamente en aquellas reuniones, aunque nunca perdía la oportunidad para enseñar su gran soberbia.
Pero esta vez era diferente.
—... Hace falta ese ruido molesto de siempre. —burló uno de los súbditos— ¿El ego ha acabado con tu voz, Shieda?
Kayn ni siquiera se inmutó al escuchar su nombre. En ese momento se limitó a fingir leer un libro que tenía en sus manos, acción que de por sí ya era extraña en él. No leía ni una sola palabra, simplemente intentaba pasar lentamente las hojas esperando disminuir la ansiedad.
Su garganta había empezado a cosquillear desde hace unos minutos y, en cualquier momento, se pondría peor. La presencia de su maestro - así estuviera al otro lado del salón - lo afectaba casi inmediatamente. Aunque en ese momento solo le importaba salir de ahí, decidió contestar para evitar sospechas.
Kayn era arrogante. Kayn alardeaba. Kayn era orgulloso. Kayn jamás negaría una pelea.
—No creí necesario repetir lo que bien saben todos aquí. —respondió, y aunque quiso evitarlo, tuvo que aclarar su garganta.
El súbdito sonrió complacido de provocar al menor. Todos los demás en el salón centraron su mirada en esa pequeña discusión. Aquí va otra vez.
—¿Saber qué? ¿Qué te saltas las prácticas...?
—¿Acaso extrañas que ponga tu cara en suelo? —interrumpió, mirando con suficiencia a su opuesto—. No pensé que tuvieras tal masoquismo.
El enojo, una sombra, dos segundos. Eso fue lo que tomó para alcanzar a Kayn por la espalda. Había bajado la guardia, pero no fue suficiente para ganar al menor.
Con un único y simple movimiento, Kayn tenía su brazo alrededor del cuello del súbdito, apuntando una de las pequeñas dagas - que siempre escondía en sus ropajes - a su espalda, directamente al corazón de su oponente.
El salón ya estaba en un silencio casi fúnebre, con todas las miradas sobre ellos sin siquiera esconder curiosidad, todo aquello mientras la amenaza de su garganta aún perforaba sus pulmones.
Era lo último que él quería.
Kayn empujó y pateó al súbdito para dejarlo en el suelo, dibujando una sonrisa en su rostro a pesar de su dolor. Su oponente se quejó, pero solo aumentó su deseo de un enfrentamiento.
—Si no tuvieras tus adorados privilegios, acabaría con esa irritante expresión que tienes.
—Inténtalo. —Kayn sonrió aún más. Tal vez aquel inútil problema podría sacarlo de allí.
Antes de que sucediera algo más, Zed se puso de pie rápidamente usando una de sus sombras, llamando la atención de todos los presentes. Con un solo movimiento de su cabeza, les indicó que se retiraran. No se necesitó más para que todos empezaran a salir, sin dudar, sin cuestionarlo.
El súbdito que había enfrentado a Kayn le dedicó una mirada llena de desprecio al menor, pero salió de la habitación junto con los demás después de levantarse del suelo.
Kayn ya estaba cerca de la puerta cuando su peor pesadilla se hizo realidad.
—Shieda.
El menor se congeló por completo al escucharlo. No podía estar pasado eso, no ahora, no estando solo. Él había evitado completamente las prácticas o cualquier actividad en la que compartía mucho tiempo con su maestro. Su enfermedad - su maldición - había empeorado al punto de no poder contenerla ni ocultarla.
ESTÁS LEYENDO
Red as Blood [ZedxKayn]
ФанфикUna enfermedad insólita, de síntomas y condiciones extrañas, arañando tus entrañas, lastimando tu garganta, punzando tu corazón. ¿Crees que podrías morir de amor? 🔹No contiene escenas +18. 🔹Los personajes le pertenecen a Riot Games. 🔹Basada en Ha...