II

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—Tomemos café.— Sugirió Bestia.

—No, es malo para ti.— Contestó Bella, volteando una de las páginas de su libro.

—¡De algo me tengo que morir, mujer!— Se quejó la mayor sin alzar la voz, pero con un tono de evidente molestia.

Jungeun volteó a verla con una cara divertida, aunque fingiendo indiferencia. —Engordarás.— Le sonrió.

—Maldita seas.— Se rindió finalmente y se sentó en el sofá dándole la espalda a Jungeun.

La menor mordió su labio aguantando la leve risa que estaba por estallar en ella. Que caprichosa, pensó.

Después de varios minutos de silencio Jungeun sugirió. —Vayamos al pueblo, hace tiempo que no salimos.

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—Buenos días Sr. Baek. Buenos días Sra. Chaeyoung. Buenos días niños.— Y así, Jungeun iba deseando buenos días a toda persona que conocía e incluso a las que no, sin recibir respuesta por supuesto, igual que siempre.

Jinsol, pues, simplemente era Jinsol, caminando bruscamente mientras chocaba con algunas cosas a su paso y gruñendo a cualquiera que se acercara de más.

—¡Buenos días Señor!— La menor mantenía su usual humor alegre.

—¡Buenos días, Jungeun! ¿Cuál libro te llevarás hoy?— Preguntó amablemente el dueño de la biblioteca.

—Éste, quiero algo de aventura.— Respondió emocionada.

—Gracias Bella, sin ti éste lugar cerraría.— Mencionó el señor con una sonrisa sincera.

—No se preocupe, para mí no es ningún inconveniente.

Estuvieron todo el día paseando por el pueblo, hablando con las personas, conociendo nuevos habitantes que se habían mudado recientemente, o más bien, Jungeun hizo eso. Jinsol solo estuvo siguiéndola y alejándose lo máximo posible de cualquier acto parecido a socializar.

Entonces escucharon que alguien gritaba. —¡Cuidado!— Seguido del sonido de un golpe.

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the beauty and her beast ; lipsoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora