Relatos eróticos

Mi ducha

Estaba aburrida en casa. Sin nada que hacer. En media hora tenia que ir una entrevista de trabajo, así que me fui a dar una ducha. Entré en el baño. Me miré al espejo. Últimamente no me sentía sexy. Me puse mi música y empecé a bailar lentamente, a quitarme la ropa despacio y sensualmente. Como si fuera una striper de esas. No sabía si un chico se excitaría con mi baile. Imaginaba que sí. 

Empecé a tocarme y a acariciarme los pechos mientras me observaba en el espejo. Intentaba mostrarme muyyy sexy. Me chupé los dedos y con los dedos húmedos acaricié mis pezones hasta lograr que se pusiesen duros. Me apreté los pechos. Los subía y los bajaba, los masajeaba. Me gustaban mis pechos. 

Cerré los ojos mientras seguía acariciando mis pechos. Empecé a imaginarme que era un chico quien me acariciaba. De vez en cuando abría los ojos, me miraba al espejo y me observaba mientras disfrutaba y me iba excitando poco a poco. Abrí por completo la cortina de la ducha y me metí dentro. Ya no me veía tan bien en el espejo, por qué los pondrán siempre tan altos?? pero mi rostro y mis preciosos pechos se seguian reflejando.

Abrí el agua, la dejé caer como si de una cascada se tratase, fluía sobre mi cuerpo. Cogí gel y empecé a masajearme haciendo espuma, como habia visto en alguna peli. Así me veía mas sexy en el espejo, toda mojada y con el cuerpo parcialmente tapado con espuma. 

Noté que algo de agua caía fuera de la bañera. La chica obediente que hay en mi me dijo que debia correr la cortina, pero la chica mala me dijo.... A la mierda, son solo unas gotas de agua!!! total, con el calor que hacia se secarían solas. 

Cada vez estaba mas excitada pero aun quedaba lo mejor. Agarré el mango de la ducha, me eché agua por toda la cara, luego por mis pechos, liberandoles de la espuma que los tapaba, hasta que apunté con el chorro de agua hacia mi vulva... ohhhhhh que placer

Con la mano izquierda me acariciaba los labios. Apunté el chorro directamente al clitoris, me seguía acariciando, me ohhhhhh me encogí de placer, un torrente de agradables sensaciones me inundó por completo. Me estremeci de gusto. Miré el reloj. Aun me daba tiempo a llegar a la entrevista, aunque no sabía si la joven con cara de extasiada que reflejaba en el espejo sacaría fuerzas para ir.