jeongguk no sabía cómo explicarlo. era tan sencillo y a la vez tan complicado.
sabía que estaba mal, pero no podía decirle la verdad a namjoon. eso le rompería el corazón a ambos, así que decidió mentir y ocultar la mentira tanto como pudiese.
amaba el tacto de namjoon sobre su piel, los suaves besos que dejaba en su abdomen mientras descendía hasta llegar a otros sitios, amaba sus gemidos extasiados, amaba su sonrisa, amaba su risa, amaba su tendencia a quedarse dormido frente al monitor de la computadora.
jeongguk estaba enamorado.
por fin, después de ir sin rumbo durante tantos años, había encontrado su motivo; sin embargo, ya era tarde, veinte años tarde. tal vez si namjoon hubiera nacido antes, o él después, las cosas habrían sido diferentes.
tal vez por eso no se sorprendió cuando la muerte llegó a la habitación donde dormía con namjoon. jeongguk la vio y sonrió.
—¿puedo despedirme? —la figura encapuchada asintió.
jeongguk se acercó a los labios de namjoon y los besó con suavidad.
—gracias.
jeongguk tomó la mano de la muerte, yéndose al fin. por fin era libre, justo cuando apenas encontraba su motivo.
eran las personas indicadas, pero el tiempo y la vida no lo permitieron.
