Capítulo XI

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Luego de unas tres horas, acudí al llamado de Lady Hazel, quien me pidió ayuda en supervisar los preparativos del baile. Sólo entrada la tarde logré escapar a mis habitaciones, con Lyssa y Cyna tras mis pasos, consiguiendo estar limpia y presentable en corto tiempo. Mi disposición a serle de ayuda a nuestra pronta Reina, me llevó a acompañarle durante más de una hora antes de que comenzara oficialmente el jolgorio.

Los nobles con sus actitudes y portes altivos, y los ciudadanos humildes ataviados en sus mejores galas comenzaron a llenar la sala. Con grupos variopintos formándose en la espera del Rey y su prometida, los bailes y conversaciones esparcidas, mi atención permaneció un momento desconectada mientras bebía a pequeños sorbos el néctar de Jnah en una copa de plata. Pero mi mirada pronto se dirigió hacia la entrada, donde Clim recibía a los invitados. La alegría y agradecimiento con que cada ciudadano se dirigía a su persona, eran tan evidentes y fastuosos que me provocaban repelús y, al mismo tiempo, no podía evitar contemplar la escena con fascinación.

Clim ganó el respeto de todo Radwulf por su propia entereza...

—¿Me concede este baile, Lady Amace? —Me preguntó Lesson, inclinando la cabeza en un gesto respetuoso que su sonrisa familiar y amena resaltó.

—Por supuesto —respondí, devolviéndole el gesto.

Deje atrás la copa, y sujetando su fuerte brazo izquierdo deje que me guiara a la pista de baile, en lo que comenzaba una nueva tonada.

Por un momento me quedé en blanco, no recordaba los pasos de baile que aprendí durante mi infancia... pero una mirada en los azules ojos de Lesson, mientras él sujetaba mi cintura y unía con gentileza nuestras manos, y supe cómo debía moverme. Dando largos y cortos pasos, de derecha a izquierda y viceversa, bailamos en perfecta sincronía con el otro.

—Me alegra verte, Macy —dijo al cabo de un momento.

—Gracias —murmuré—. También te extrañe, Lesson. —Sonreí, sintiendo un leve molesto calor encendiendo mis mejillas.

—Lo hiciste bien. —Le observé un momento, no comprendiendo del todo si había un significado oculto en sus palabras, pero él agregó—: Hielo eterno.

—Oh. —El calor en mis mejillas quemó con mayor intensidad.

Momentos después, y antes de que pudiese dar rienda suelta a mis dudas con respecto a conocerlo de algún otro lugar, la música cesó antes de tiempo y sonaron las fanfarrias que anunciaban a su majestad. Nos detuvimos y volteamos, como todos los presentes, hacia la entrada principal del salón. Ahí, su majestad Ambón y Lady Hazel, observaron desde el umbral a toda la variopinta congregación.

—Lady Hazel de Duhjía y su majestad, Ambón de Real. —Anunció el vocero Real, cumpliendo con el protocolo.

Una masiva reverencia les recibió, mientras bajaban los tres escalones con elegancia hacia el salón. Las mejillas sonrosadas de Lady Hazel adornaban su alegre sonrisa, entre las presentaciones y reverencias de los nobles que adoraban a su nuevo Rey. Bien sabía que una buena parte de ellos ansiaban que él hubiese muerto hace diez años, nada contentos con sus nuevas políticas y la continuación del legado de su padre.

Entonces divisé a Lord Tyrone, quien intercambiaba unas palabras con su majestad. Segundos después, sentí la mano de Lesson en mi espalda, guiándome con gentileza fuera de la pista. La música suave que entonces tocaba la orquesta, no era para bailar. Todos esperaban una breve interacción con el Rey y su prometida, como si fuese alguna bendición de los mismos Dioses.

Nos alejamos hacia la terraza, traspasando los ventanales hacia el aire fresco del precioso jardín principal. Una vez ahí, me guió hacia el asiento de granito más cercano.

Hielo en mis venas © (Radwulf #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora