Unos días después, Lyssa y Cyna irrumpieron en mi oficina, con sus rostros reflejando un "malas noticias" que revolvió mi estómago.
—Esto acaba de llegar —dijo Lyssa, tendiéndome un rollo de pergamino sellado.
Titubee antes de recibirlo, intentando descartar las posibilidades.
—Ábralo, por favor. —Me pidió Cyna.
Trague a través del nudo que apresó mi garganta, y procedí a romper el sello con manos temblorosas. El eterno minuto que tarde en procesar las breves palabras plasmadas sobre el papel con familiar caligrafía, pude escuchar los gritos de protesta de Clim.
Tyrone viene en camino.
La certeza de ese hecho me lleno de pánico.
—El soldado mensajero comentó que Lord Tyrone se dirigía a Real, cuando le fue entregada esta misiva para usted —dijo Cyna.
—Es importante que le diga al General —acotó Lyssa.
Asentí, incapaz de formular una frase que no sonara a excusa. Y ellas se marcharon, dejándome con aquel trozo de papel que quemaba mis manos.
A la hora de cenar, la tensión entre Clim y Lesson ya colmaba mi paciencia. Se ignoraban como un par de niños, dejándome en medio de todo. Sumado a la insistencia de mi subconsciente, tan de acuerdo con mis doncellas de que debía decirle a Clim sobre Tyrone... y su inminente llegada.
Los Dioses sabían que no podía más.
—Ya es suficiente —gruñí, dejando mis cubiertos sobre la mesa—. ¿Cuándo solucionaran su disputa?
Ambos me observaron con sorpresa, pero solo Lesson se atrevió a responderme.
—Macy... no es, no estamos...
—¿Crees que soy tonta, Lesson? —Le corte, logrando que se removiera incómodo bajo mi mirada.
—No... yo no...
—No es asunto tuyo, Macy. —Intervino Clim.
Le dirigí mi más fría mirada, esperando que no me fallaran las palabras.
—Por supuesto que no es mi asunto, Clim. Pero si comienzan a usarme de intermediaria, y se ignoran incluso cuando inevitablemente deben interactuar, ¿qué esperas? ¿Qué les ignore? Bien, hecho. Ahora, ¿qué? ¿Espero algunas semanas más, o quizá meses a que solucionen su conflicto?
Él se removió incómodo, desviando la mirada. Entonces dirigí mi atención a Lesson, viendo como se rascaba un brazo en un gesto que casi distrajo mi enfado.
—Veras, Macy... es complicado.
—¿Complicado? —repetí.
—Lamento que te vieras en medio, Macy. Intentaremos solucionarlo. ¿Verdad, Lesson? —dijo Clim, con un tono que no me convenció.
—Si, lo solucionaremos. —Asintió Lesson, dándome una sonrisa titubeante.
—¿Lo solucionaran? —Medio inquirí, medio gruñí.
Ambos asintieron, murmurando sus afirmaciones en una concordancia que ni a ellos convencía.
—Bien, fingiremos que les creo —dije luego de un largo y tenso minuto, disponiéndome a continuar con mi comida. Incluso si ya no tenía apetito alguno.
Di un sorbo a mi copa, viendo por sobre el borde un curioso intercambio de miradas. De alguna forma, comprendí que simplemente fingirían olvidar su asunto, en lugar de solucionarlo, como esperaba.
¡Oh, por todos los Dioses!
Me abstuve de decir algo más al respecto, comenzando a plantearme como decirles sobre Tyrone.
—Entonces... —comenzó Lesson—, ¿entrenaras mañana temprano, Macy?
Me limité a asentir con un bocado de pastel de cordero en la boca, aceptando sin más su cambio de tema. Tenía la sensación de que si abría la boca, terminaría confesando mi pequeño secreto entre lágrimas, cuál niña incapaz de soportar su propia conciencia.
—No creo que sea buena idea —acotó Clim.
—¿Por qué no? —Inquirió Lesson, quitándome las palabras de la boca.
—Porque tenemos mucho que hacer antes del Solsticio —respondió Clim—. No tenemos tiempo que perder, los preparativos de la fiesta se acumularan con el trabajo diario si nos distraemos.
Ugh.
Deje la copa sobre la mesa, sintiendo una repentina punzada de pánico. Casi había olvidado, pese a que realmente nunca podré olvidar, aquella fecha que en mi niñez esperaba con ansias. Más que los festivales, más que las celebraciones de matrimonios o nacimientos, más que cualquier año nuevo o noche de fogatas; mi cumpleaños. Y no cualquier cumpleaños. Se trataba de los veinte años de mi nacimiento, el momento en que dejaba de ser considerada una niña por el resto de mis días.
El día en que, se suponía, Clim y yo...
—Agh, casi lo olvidaba —gimoteo Lesson.
—Si, pues te lo recuerdo —gruño Clim.
Ignore su reavivada hostilidad, forzándome a sacar la sensatez a flote.
—Bien, entonces no iré a entrenar. —Acorde al fin.
—Bueno, no es como si unas semanas fueran realmente perjudiciales para ti —dijo Lesson, con una pequeña sonrisa mientras sostenía su copa—. Luego tendrás oportunidad de patear el trasero de Wills, ya sabes, ustedes los Bletsun son fuertes.
Dio un sorbo, y trate de devolverle la sonrisa. Él estaba intentándolo, al menos, debía darle crédito por ello.
—No somos tan fuertes —refutó Clim, hundiendo su tenedor en el último trozo de pastel en su plato, justo cuando volvían las doncellas con el postre.
—Oh, vamos. Ustedes tienen su magia como respaldo —bufó Lesson.
Deje que Celia retirara mi plato, cambiándolo por un platillo con el postre. Un murmurado gracias fue lo último que dije, antes de que sintiera la cálida fuerza de Clim tanteando a mi alrededor.
Dirigí mi mirada hacia él, viendo en sus ojos algo que simplemente me estremeció. Reconocí el enfado y la preocupación, en una mezcla que solo tenía una respuesta demasiado obvia. Lo que había dicho Lesson, eso de que podíamos usar nuestra magia como respaldo, aquel hecho que ni siquiera él sabía que había acertado de lleno... me delató.
—Clim... ¿qué pasa? —Le pregunto Lesson.
—¡Amace! —rugió Clim, pero ya me hallaba en la puerta, deslizándome hacia las escaleras y de ahí a la seguridad de mi alcoba.
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Hielo en mis venas © (Radwulf #1)
FantasiAmace de Quajk es una Bletsun, la mal llamada "bruja de hielo" del antiguo reino de Radwulf. Tras más de diez años de estar encerrada en el castillo erigido por el Traidor, Tarsinno de Wllnah, rodeada por la constante presencia de los Monstruos del...