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Sábado, 03:00 a.m

El día de ayer mi madre había salido durante todo el día con la excusa de que tenía asuntos que resolver, no había vuelto a casa así que decidí dormirme; pero cuando me encontraba descansando se escucharon unos fuertes estruendos en la parte baja de la casa.

A un principio pensé que era algún ladrón o un animal, pero cuando me asomé por las escaleras sólo escuché a mi madre hablar con alguien mientras arrastraba las palabras con pesadez y no podía pronunciar correctamente la mayoría de ellas.

Estaba borracha.

-Do sé cuágto mássss sssoportarré - hipó -Eda etá tannn mal.

-Vamos cariño, tienes que ser fuerte por ti y por tu hija.

La otra voz era femenina, lenta, calmada con una pizca de elegancia y enojo en ella. No sabía quién era, pero estoy segura de que ha de ser alguna "amiga" de la familia.

-¡Do puedo Dosali! - Mi madre empezó a sollozar de una forma bastante sonora. Suspiré pesadamente sin hacer demasiado ruido mientras cerraba mis ojos y me sentaba en el primer escalón para poder escuchar toda la conversación con la tal "Dosali" - Eda no vodvedá a der da midma, da pedí.

Y fue ahí cuando rompió en llanto.

-¡Shhhhh! Silencio Dem, o sino despertarás a Alex. Ella odia cuando la despiertan por la madrugada. - fruncí el ceño. ¿Cómo es que ésta mujer lo sabe? ¿Quién es? - ¿Recuerdas cuando eran niños y venían por Alex para ir al bosque de noche? Siempre salían peleados porque ella se ponía de mal humor y les decía que los odiaba. - rió seguido de un suspiro - Extraño tanto esos momentos.

Con "ellos" ¿Se refiere a los chicos que estaban en la calle hace unos días?

-Ella ya no volverá. Todos tenemos que entender eso.

A mi madre se le entendía mejor, ya no arrastraba las palabras ni cambiaba las letras y pronunciaba bien la erre, pero ahora se le escuchaba apagada, casi moribunda.

-No pierdas las esperanzas Dem, ella no es normal: es especial y está hecha para enfrentar cualquier adversidad que se le presente. Ya verás que tarde o temprano todo volverá a la normalidad y se cumplirá lo que está escrito en el tapiz.

Lunes, 07:00 a.m

A un principio permanecí como estatua en la puerta de la gran escuela. No estaba segura de lo que me esperaba detrás de esas dos grandes puertas de cristal, pero no era ningún impedimento para no entrar, así que lo hice: tomé con fuerza la correa de mi mochila y con mi mano libre abrí una de las puertas, para después seguir caminando recordando los números de mi casillero y la clase que tenía a continuación.

Me sentí un poco patética ya que, al ser un pueblo pequeño, todos se conocían y lo más probable es que de igual forma ya me conocían, pero yo a ellos no.

Estuve un rato caminando observando cada rostro que podía con la esperanza de reconocer mínimamente a alguien o esperando que simplemente se me acerquen para hacerme un poco de compañía, ya que, como todos sabemos, ser la nueva es una mierda.

Triste y sin ganas de seguir con mi papel de estúpida caminé lo más rápido que pude a mi casillero: ahí metí todas las libretas que mi madre me había obligado a comprar para el curso y saqué el libro de literatura. Debo de admitir que sentí demasiado vacío el casillero, ya que si miraba a cualquier otro tenían decorados o pegatinas por todo lados, sin contar que la mayoría tenía alguna foto dentro de éstos como típico cliché de película de adolescentes.

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⏰ Última actualización: Nov 28, 2021 ⏰

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