¿PARA QUÉ?
Hay infinidad de preguntas simples que pueden cambiar el sentido de como asimilas las cosas que son fáciles de superar.
Pero desde que lo conocí a él, solo una pregunta rondaba mi mente:
¿Para qué?
Porque él solía comenzar sus días con angustia y sufrimiento, reprimidos por la soledad que lo abrumaba al notar que no tenía nadie a su lado.
Ni siquiera una familia.
Entonces...
¿Para qué tener una sonrisa asomándose en sus labios?
No lo sé.
A pesar de que su vida era triste, él se aferraba a las letras que se conjugaban en una hoja de papel, y de esa forma liberaba las cadenas que su corazón llevaba a cuestas desde que era un niño.
Su nombre era Axel.
Y en cuanto a su personalidad, era alguien cálido, libre y comprensivo con todas las personas; pero consigo mismo era otra historia. La batalla interna era algo cotidiano que lo tenía cansado, porque lidiar con su pasado le asfixiaba.
Una de las razones por las cuales siempre le he admirado, es su gran forma de ser y la facilidad con la que cuenta para entregar el corazón en cada hoja en la que escribe.
Me encanta ver esa capacidad que tiene de seguir adelante y vivir sin dejarse llevar por las cosas malas.
Ese chico lograba que yo también alzara la cabeza, que mirara al frente, me quejara menos y usara todas mis fuerzas para iniciar un nuevo día, en un mundo en el que generalmente trataban con lastima a los niños y niñas como yo, que tenemos mugre en la ropa, pasamos hambre o resaltamos por la fragilidad aparente de nuestros cuerpos; sin tener en cuenta que somos más fuertes que la mayoría, porque podemos superar 24 horas más sin ayuda.
Axel era y sigue siendo mi ejemplo, porque solo él sabe todo lo que le aqueja y bien o mal nunca se queja sino es como todo un poeta.
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Un poeta sin motivos. (En Edición)
RandomAxel y Ainhoa. Dos niños que han pasado por situaciones difíciles. Almas que aún no saben bien como expresar lo que sienten. Un cariño inocente que creció en la oscuridad y un poeta que describe lo que siente en un cuaderno para poderse desahogar...