1. Su vida.

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Sé que sonará raro, pero siempre estuve a su lado.

En todo momento y lugar.

Desde las sombras.

Axel era mi adicción culposa las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

Solo había un pequeño detalle:
Que él no me conocía.

Y sí, ya sé que puede ser algo confuso porque les estoy hablando de Axel con total naturalidad, pero es que nunca tuve el valor suficiente para hablarle e intentar ser su amiga, como cualquier persona normal lo haría.

No.

Yo solamente decidí que era mejor seguir sus pasos desde la lejanía, y así, pasar desapercibida.

Como una fan.

Desde el primer momento:

Su infancia.

Verlo se había vuelto parte de mi rutina diaria.

Y aún recuerdo nuestro primer "encuentro".

Era una tarde soleada.
Axel estaba sentado en la banca de un parque que quedaba en el centro de la ciudad, totalmente solo. Pero lo que mas llamó mi atención fue el hecho de que se encontraba llorando, con lágrimas que brotaban de sus ojos a borbotones y una hoja de papel ligeramente apretada por sus indefensos brazos; continuó en aquella posición un poco más de tiempo y cuando por fin logró calmarse, se incorporó y se marchó, dejando así la hoja de papel en la banca.

Solo me bastaron unos segundos para que el deseo de ayudarle creciera en mi pecho casi tan rápido como la curiosidad que sentí por él.

Por su vida.

Lo que yo no sabía era que esta última era sumamente difícil.

Casi tanto como la mía.

Pero con el tiempo lo descubriría, pues me convertiría en su lectora y su compañía, casi su mejor amiga.

Sin cruzar palabras y sin que se diera cuenta de que yo existía.

///

Volviendo al día en el que lo conocí, debo reconocer que una vez lo vi marcharse me acerqué a la banca con rapidez para tomar la hoja entre mis manos; pero lo que encontré allí resultó mucho más intenso de lo que creí, y terminé con ese mismo sentimiento oprimiendo mi pecho. En el papel se encontraba su letra, y lo que había expresado con ella era algo difícil de aceptar.

Así que, gracias a mi curiosidad descubrí el causante de la tristeza de ese frágil infante.

Y aunque nunca compartí esa carta con nadie, era tan intensa que estaba segura de que a cualquiera que la leyera le iba a destrozar.

~~ • ~~

"Mamá.

Una tarde me escuchaste decir que en un futuro estaría solo y me dijiste que dejara de llamar a la soledad si no quería que ella me viera a buscar.

Qué yo no conocía ese sentimiento y que mejor la dejara en paz.

Hoy sí te lo puedo asegurar.
Ya sé lo que se siente, estar en soledad.

Sé que es horrible morir de frío en la calle mientras que no sabes a donde se ha ido tu mamá, la única persona con la que contabas, tu apoyo, esa misma que pensabas que no te iba a abandonar.

Perdóname.

Lamento haberte arruinado la vida pero, yo no pedí estar acá.

Ojalá algún día te arrepientas y vuelvas para sentirte cerca, para poderte abrazar.

Es horrible estar solo y te extraño mucho, mamá".

~~ • ~~

Al terminar, mis lágrimas se unieron a las suyas, mojando el papel que aquel niño acababa de soltar como si le quemara el alma con la verdad que contenía aquella carta.

Leerla era como ser testigo del terrible sentimiento que le había inundado al verse solo, sin el amor de su madre.
Era sentir el dolor que ella le había causado irremediablemente con su abandono.

Además, saber que esas palabras le pertenecían a ese pequeño, era un hecho desgarrador.

Doblé la hoja con cuidado y la guardé entre el bolsillo de mi abrigo. Quería tenerla como un recuerdo permanente de que no solo a mi me estaba yendo mal en la vida, y aunque no lo conocía, quería quedarme a su lado.

Acompañarlo en su camino del dolor, porque jamás había sentido tanta tristeza que no fuera mía. Era como un ardor en el pecho que lo quemaba todo, y un nudo en la garganta que nadie espera sentir pero siempre llega.

Quería correr tras él y darle un abrazo para poder llorar juntos, como el par de niños que éramos.

Porque sin siquiera conocer su nombre, sentía deberle algo; y necesitaba pagarle, al precio que fuera necesario.

<<Una deuda de vida.

Una que obviamente no era mía, pero que aún así quería pagar.

Quizás tenía que ver con esa herida que me pertenecía, y que sentía que no iba a poder sanar>>.

Después de aquella tarde, y sin que él me lo pidiera, me hice parte de su vida.

Para no dejarle ir.

///

Conforme pasaron los días, ya no era una sorpresa para mi verlo vagar por las calles de alrededor, sin cobijo y alimentándose de comida que de vez en cuando mendigaba a la gente que caminaba por allí.

Se pasaba las tardes en aquella banca donde lo había visto por primera vez, seguramente esperando algo que no iba a suceder.

Y es que, aunque Axel no lo decía en voz alta, para mí era más que obvio que él aguardaba al regreso de esa señora a la que llamaba "mamá".

Esa era su rutina.

Luego, los días pasaron a ser semanas, y casi todas estaban siendo iguales. 

Hasta que una tarde vi como un grupo de señoras se lo llevaban casi a rastras a un lugar llamado "orfanato". 

O al menos eso les había oído decir antes de que se perdieran de mi vista junto al niño, que sollozando les rogaba para que no lo alejaran de ese lugar.

-¡No! ¡No, por favor! ¡Se los juro, esta vez es cierto! ¡Ella está a punto de venir por mi! —gritaba con tristeza y desesperación, mientras que las lágrimas caían en su rostro sin restricción.

Pero a pesar de que lo rogaba de todo corazón, él sabía la verdad.

<<Axel sabía que todo lo que decía no era más que una mentira. Porque muy en el fondo, y aunque le dolía, era consciente de que ella jamás regresaría>>.

Un poeta sin motivos. (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora