—Esto se está llevando toda mi energía, lo digo en serio —comentaba el detective Carlos Jiménez a su compañero de equipo Ricardo Olivo.
—Solo tienes 2 meses desde que llegaste. Nosotros tenemos el doble de ese tiempo intentando resolver las desapariciones y los cuerpos que aparecen mutilados —respondió Ricardo de manera desinteresada revisando unos documentos.Esa mañana habían recibido el informe de la autopsia del último cuerpo encontrado en las afueras de una hacienda. El Informe indicaba que la causa del deceso había sido por una hemorragia crónica producida por una herida abierta en el vientre de la víctima.
Cuando encontraron el cuerpo Carlos no podía creer que ese era el cuarto hombre en 2 meses y la sexta víctima. Aún no se acostumbraba a ver los estómagos de las personas abiertos, sus vísceras expuestas, acompañadas de una expresión entre pánico y dolor reflejada en sus rostros.
—¿Qué dice el informe sobre el hombre? —preguntó Carlos. Intentando parecer interesado.
Ricardo se encontraba de pie delante de una ventana, tratando de hacer que la luz natural le hiciera más fácil la lectura del documento en sus manos, debido a que ese día había un corte programado de luz. Cerro la carpeta, se acercó al escritorio donde estaba sentado Carlos y la arrojó.
—¿Tú qué crees? —preguntó Ricardo con tono sarcástico.—¿Hemorragia masiva?, ¡Hombre! me gustaría que uno de esos informes dijera algo más que sólo lo que ya hemos visto —soltó Carlos frunciendo el ceño y rascando su barbilla.
—Bueno… solo nos queda esperar a que el maldito enfermo cometa un error, y estoy seguro que lo atraparemos —aseveró Ricardo tomando asiento en la silla delante del escritorio de Carlos observándolo por un segundo.
Sabía que su compañero se sentía frustrado. Nunca en sus 10 años de carrera como detective había fracasado en un caso o eso era lo que indicaba su currículo.
Cuando Carlos llegó al pueblo se acoplo muy bien, era un hombre realmente inteligente con una intuición, que aseguraba nunca le había fallado. Sabía cómo llegar a las personas y era alguien verdaderamente cálido.
—¡No pienso rendirme! —afirmó Carlos, y añadió—: no dejare que el enfermo que está detrás de todo esto se salga con la suya.
—Deberías pensar un poco las cosas, un poco de aire fresco y despejar la mente. Quizás te ayude a aclarar las ideas en tu cabeza —comentó Ricardo pronunciando las palabras con un tono bajo y calmado. Podía observar que Carlos estaba algo estresado y cansado, las ojeras en sus parpados lo delataban.
Carlos se levantó y camino alrededor de escritorio y se detuvo frente a la ventana mirando hacia el paisaje. Personas caminaban con bolsas del supermercado, mientras otras simplemente estaban concentradas en sus vidas cotidianas, las construcciones alrededor denotaban claramente la antigüedad de aquel lugar con fachadas que recordaban la época colonial, muy pocos edificios sobrepasaban los 2 o 3 pisos de altura. Los autos con cargamento de frutas y hortalizas, le recordaban que ya no se encontraba en la gran metrópolis donde solía vivía, antes de que lo transfieran al pequeño pueblo como nuevo jefe de investigación.
—¿Sabes qué?, puedes que tengas razón —admitió Carlos giró, y miró a Ricardo quien le devolvía la mirada—. Hoy es viernes, a menos que nuestro amiguito amante de las vísceras, quiera volver actuar, deberíamos salir y distraernos un poco.
La puerta de la oficina se abrió repentinamente. Ambos giraron instintivamente para ver de quién se trataba.
—Detective, este es el nuevo informe de los testigos —dijo una chica alta de cabello negro ondulado al entrar a la habitación. Ofreciéndole a Carlos una nueva carpeta.
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El Silbón:Una Historia Para No Dormir
ContoEn un pequeño pueblo, unos extraños asesinatos están siendo cometidos por alguien que el departamento de investigación no logra identificar. Todos en el pueblo culpan a un espectro maldito, que asedia en las noches oscuras y lluviosas a las almas de...