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Al parecer el "experimento" de la señorita Lee se trataba de juntar a aquellos alumnos que llevaran mal alguna asignatura para que se dieran clase entre ellos. En mi caso tendría que dar clase de matemáticas y recibir de lengua. Dios que asco me da la puta sintaxis.

No era obligatorio, teníamos una semana para decidir si apuntarnos o no, y al día siguiente revelarían las parejas. Pensaba probar un día o dos para ver como era, tampoco estaría mal subir un poco mi nota.

Nunca se me dieron bien las asignaturas de letras, me horrorizaban. Los números en cambio... Me resultaban más sencillos, más pragmáticos. A, B y C. No tenía que aprenderme páginas y páginas de fechas y autores de los que me olvidaría al día siguiente, ni necesitaba saber citar a Kim Man-jung  con su estúpido sueño de las nueve nubes.

—A decir verdad no me vendrían mal esas clases particulares — soltó Hoseok de la nada. Estábamos sentados en una de las mesas que había en el patio, era una de las pocas que tenían sombrillas, algo imprescindible a principios de septiembre. —No me importaría aprender a multiplicar. — la expresión neutra de su cara indicaba que no iba en coña.

Reí ante su comentario. —Llevamos tiempo siendo amigos y nunca se nos ocurrió darnos clase mutuamente. — A él se le daba muy bien la lengua y la literatura y aborrecia las mates, justo al contrario que yo. —Habría sido inteligente.

—Tú me enseñaste a sumar — sonrió formando un corazón con la boca.

Se me vino a la mente cuando hace unos tres años le expliqué en qué fallaba al hacer sumas de grandes números y no pude evitar  soltar una carcajada sonora. Agarré un puñado de doritos para metermelos en la boca todos a la vez a lo que Hoseok me miró mal, cogiendo un puñado más pequeño que el mío, como si me estuviera enseñando cómo hacerlo.

Miré la hora en el móvil e hice una seña al pelirojo para que moviera su culo de la silla porque iba a ser la hora de volver a clase. Nos levantamos a la vez y caminamos hacia el edificio donde dábamos clase mientras nos picábamos mutuamente y reíamos escandalosamente, como siempre.

Comencé a correr de la nada para llegar a clases antes que él, escuché sus quejas de lejos y sus pasos rápidos a metros de distancia de mí.

Giré a la derecha después de llegar al tercer piso y corrí hasta la mitad del pasillo, me volteé una milésima para buscar a mi amigo y lo encontré a unos quince metros por detrás intentando esquivar a la gente.

Rápidamente seguí mi camino y giré a la izquierda, unos diez metros y después a la derecha, al sentido contrario a nuestra clase.

Las risas y las prisas me distrajeron lo suficiente como para no ver al grupo de alumnos que se encontraba a la vuelta de la esquina, y como no podía ser de otra menera, choqué estrepitosamente contra uno de ellos, que inmediatamente acudió en mi ayuda.

Acomodé mis gafas y me peiné un poco el pelo antes de mirar mi cuerpo, no sea que me hubiera hecho alguna herida. La rodilla izquierda tenía un rasponazo del que empezaba a salir un espeso líquido rojo; La derecha sólo estaba colorada, sin embargo me palpitaba como si mi corazón se encontrara allí. Las muñecas tenían tan solo unos raspones pequeños que apenas sentía. Mi mayor preocupación era la rodilla izquierda.

—¿Estás bien? Deberías tener más cuidado por los pasillos. — Me preguntó un chico alto y, bastante guapo, todo hay que decirlo, con una voz suave que sonaba preocupada y unos hombros más anchos que el río Han. Probablemente con el que me había chocado.

— Lo siento, ya nos quitamos del medio. — dijo otro más alto aún con un pelo castaño y una sonrisa sin dientes que marcaba sus hoyuelos.

Me tendió la mano, pero yo estaba ocupada intentando que mi rostro no denotara lo mucho que me escocían las heridas. Levanté la mirada un segundo, encontrándome con tres pares de ojos atentos a mi persona que solo hicieron que me sonrojara aún más.

Maths {Kim Namjoon}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora