Philia

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—Hm... no. No me gusta. Cámbiate.

—Por dios, Sel, que vamos a cuatro pubs, ni que hubiera que ir vestida para ir a ver a la reina de Inglaterra.

—¡Arréglate un poco por una vez en tu vida, hazme ese favor!

La pelinegra suspiró lo más fuerte que pudo y volvió a caminar hasta su armario por trigésima vez. Revisó todas y cada una de las perchas hasta darse por vencida.

—Paso. No tengo más ropa, así que o voy así, o no voy— dijo girándose hacia su amiga, con los hombros encogidos.

—Te olvidas de mi armario, señorita.

Selena sonrió como una cría y Dorcas pensó que, a pesar de ser la Hufflepuff más amarilla de todas, a esa chica en el fondo le gustaba verla sufrir. Soltó un largo suspiro antes de llevarse la mano a la frente y cerrar los ojos, pidiendo paciencia a alguien. No sabía exactamente a quién, pero a alguien. Y parecía que ese alguien no estaba dispuesto a ayudarla, porque dos minutos después Selena apareció por la puerta con una decena de perchas con varias prendas en cada una. "Por Dios, yo no me merezco esto" dijo para sus adentros.

Estuvo tres cuartos de hora probándose la ropa de la morena y terminó vestida con un top negro de su amiga y unos pantalones de cuero negros de su armario. Pero cuando salieron por la puerta y empezó a caminar hacia las escaleras se dio cuenta de algo: Selena aún no se había vestido. Resopló al darse la vuelta y volver sobre sus pasos hacia la habitación de su amiga. Tardó media hora en vestirse.

—Cas, ven.

Dorcas se acercó a ella, que le hizo un gesto para que se sentara a su lado en la cama. La pelinegra fue obediente y se sentó con ella, mirándola, y cuando vio que destapaba el lápiz del eyeliner se levantó como si la cama le quemase el culo.

—A ver, joder, que solo te voy a hacer la raya. No seas exagerada.

—Sabes de sobra que odio esas cosas.

—Pero que tienes unos ojos en los que queda de puta madre. Pruébalo hoy solo. Si no te convence, te lo quitas. Porfaaaaaaaa— dijo entre pucheros, con las palmas de las manos juntas.

—Está bien— resopló la otra, poniendo los ojos en blanco.

§§§

—Ya sabía yo que te iba a gustar— sonrió la morena triunfante al ver que su amiga no se había borrado la raya del ojo.

—Que sepas que solamente lo hago por ti.

—¿Avisaste a Lucy?

—Sí. Vive por aquí cerca y nos pilla de camino. Baja cuando la avise— dijo la del flequillo, revisando los mensajes en el móvil.

—Vale, bien.

Caminaron por las calles de la ciudad, que se veían especialmente bonitas de noche. La luz de las farolas era la única que las iluminaba con ese terrible color amarillo. Caminaban en silencio, una mirando al cielo, la otra al suelo. Casi parecían Aristóteles y Platón el el cuadro de La Escuela de Atenas de Sanzio. La morena Platón, señalando al cielo con la mirada, la pelinegra Aristóteles haciendo lo propio pero con el suelo, que le parecía bastante más interesante en ese momento. Llegaron al portal de Lucy y bajó en el momento en el que Dorcas le mandó el mensaje. Las tres echaron a andar hacia la zona de bares, a paso lento.

—Estoy super ilusionada por salir con vosotras— dijo la pelirroja con una sonrisa de oreja a oreja.

—No sabes lo que dices— la pelinegra la miró de reojo con una sonrisa ladeada.

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⏰ Última actualización: Jun 09, 2019 ⏰

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