mira cómo el mundo no se acaba (ni tampoco el sol)

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y por la boca mueren nuestras almas,

jugando a ser amantes inocentes

.

se acaba el mundo. ben se quema las yemas de los dedos con la taza de té y mira a jack cuando traga aire.

— siempre acabamos en el mismo lugar, solo damos vueltas.

las luces de su ciudad parpadean inocentes bajo el balcón, húmedas entre el vaho de la taza. ben las mira, empañadas, cálidas, rojas y blancas. jack se concentra en el centelleo apagado de la luna bajo las nubes, lejos de aquí. cierra los ojos.

— me he empeñado en buscarte mucho tiempo, aún no sé dónde estás —murmura hacia el cielo y ben suspira.

— buscaba algo dentro de ti, a ver si... —ríe entre dientes, derrotado— pero no lo voy a encontrar jamás.

la pena sabe a sangre y miel y el ácido amargo bajo la lengua, repite: así es la vida. aprende a no ganar.

varsovia ya no son besos ladinos bajo el sol suave entre las cortinas. ya no son las cuatro de la mañana, son la crudeza del sol a las doce del mediodía y los labios pesados por la noche y jack suspira con añoro, muy bajito:

— yo también te quiero,

palabras que se escapan cansadas de una boca que las tiene grabadas en cada hueco. la luna brilla sobre varsovia. jack no lo ve, mirando las estrellas, luego las luces y de nuevo al frente, y jura: 

— y nadie te quiere como yo.

.

manos tímidas bajo la mesa, tras el ruido de

la ciudad solo queda el final de una canción;

if you love me won't you say something?

if you love me, won't you?

.

— mira ahí, jack —interrumpe el silencio, traga lo que queda del té— eso que brilla es venus. pero este verano no lo vamos a ver. va a estar muy cerca del sol.

y que se queme, sé lo que se siente. pero ben lo lamenta como si la pérdida le doliera personalmente, los labios aún en el borde de la taza y la vista en el horizonte. dentro, los demás ríen y gritan, ignorancia tras la cortina. ben suspira y jack no puede evitar pensar, y si me voy,

— y si te vas —clarividente, con los ojos del sol clavados en las nubes— alguien te llorará. pero yo no —ya no.

traga el humo, jack, que se te escapa el veneno.

— porque yo no soy la única persona en este mundo, jack. pero gracias por pensarlo.

gracias por hacérmelo sentir.

le arranca una risa muda del pecho, se lleva el cigarrillo a la boca y ben deja la taza cerca del cenicero.

— qué cruel eres.

— ah, mi amor, a mí me duele tanto como a ti.

y jack lo entiende, pero no le gusta, y le mira con sus ojos oscuros y perdidos, y murmura bajo la humedad del aire,

— ven aquí —y ben va, como siempre.

a media noche, frágil y suave, por si acaso, separados del mundo por unos cuantos pisos y una ventana cerrada, ben le besa los labios con dulzura, miel y almíbar, un niño temeroso rozando el reflejo en un lago. se quedan así, cerca, muy cerca, el mismo aire y los mismos besos, el calor de las manos buscando quedarse en la otra, buscando como pueden el aliento que les falta y ben sonríe y jack lo vuelve a perder.

— entonces es venus quien brilla más en el cielo, ¿no? —musita, una última oportunidad.

yo no lo creo.

antes de la primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora