- ¿ e s t á s b i e n ?

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'Ojalá sea mujer la que toque a mi lado, la que esté junto a mí en este viaje de cinco horas. ' Se llenaban todos los asientos del bus menos el mío. Subiste tú. Chico alto y un poco delgado, no tanto, piel lunática, alunada, blanca y llena de lunares, ojos claros, barba áspera, pero de alguna manera te hacía ver rudo. Revisaste los números de cada asiento hasta llegar al 9, el que por lógica quedaba al lado del 10, era el mío. No mentiré en que me inspiraste seguridad cuando entraste y supe que posiblemente te tocaría a mi lado. Recuerdo que el respaldar del asiento delantero al tuyo estaba muy inclinado y se te dificultó entrar, tú estabas del lado de la ventana y yo con el pasillo. Raro, algo antipático, lindo.

No, cómo se me iba a pasar por la cabeza que alguien como tú comenzaría una conversación con alguien como yo. Nivel 7, nivel 2. Ha pasado ya una semana desde el suceso, acabo de despertar de una siesta, soñé contigo y decidí escribir esta carta, espero poder recordar más detalles de los que mi cabeza me permite a estas alturas.

Estaba centrada en mi celular, trate de convencerme de que no pasaría nada y le escribí a mi mamá que el bus ya había salido. Me hiciste una pregunta sobre la accesibilidad del bus. No recuerdo qué. Primera mirada, tus ojos, tus tímidos y profundos ojos; debo aceptarlo, no me perdí a la primera, te respondí tranquila a la duda y seguí como si nada. Aunque me pude percatar de tu nacionalidad venezolana, por tu acento y jergas, por la forma en la que te expresabas.

Salíamos del pequeño pueblo, habían pasado unos 20 minutos ya, hice mi oración y estaba más relajada. Estabas muy ansioso, temeroso, preocupado, y no sabía el porqué. Tus nervios se dieron a notar por la manera en cómo te sacabas la gorra una y otra vez; cuando me pude dar cuenta que tenías escrito el mismo mensaje hace dos kilómetros atrás. Intenté disimularlo, miraba tus manos grandes en la perspectiva lateral de mis ojos, me conformé con eso.
Tengo que aclarar de que me siento lo suficientemente informada respecto a ciertos trastornos mentales, como lo son la depresión y sus síntomas, entre estos los ataques de ansiedad o de pánico, etc. Gracias a Dios, han sido unas pocas veces las cuales he sufrido de estos llamados ataques de ansiedad, es muy feo. Antes del precedente hay varias señales de que comenzará, ¿y si te daba un ataque a ti? ¿Estaría preparada para cosa así? ¿Sabría qué hacer? Bueno, nunca más en la vida te iba a ver, así que, ¿qué perdía si lo intentaba? Le agradecí a mis instintos más paranoicos que obvios y lo dije: - ¿Estás bien?

- ¿Perdón?

- Que, ¿si estás bien?

- Ah, ¿por qué me preguntas eso?
Me arrepentí, mierda, ¿ahora qué le digo?

- Nada, te noto preocupado, solo eso.

- Sí, estoy bien.

Te acobijaste y me ignoraste. Fue un completo fail, que bobo pensar que te pasaría algo y que necesitarías de mi ayuda. Deje pasar ese momento incómodo.
El copiloto salió de la cabina para poder poner una película mediocre con la que los pasajeros se contenten. Era de esas cómicas con escenas sexuales inapropiadas para el momento; en algunas partes te reíste, una risa algo extraña, de esas que valga la redundancia, te causan risa. Me sentía algo avergonzada por lo que había sucedido, la pantalla del celular entre tus manos brillaba mucho, me preguntaba cómo no te molestaba la vista. Pasaron los minutos, la apagaste y te dormiste. Yo también.

¿Desperté? ¿Continuaba soñando? No lo sé. Pero quién iba a imaginar lo que el destino tenía preparado para mi después de abrir los ojos, para nosotros.
Sé que la manera en la que lo narro lo hace denotar como algo que no suele pasar en "vida real". Pero así fue, un venezolano y una ecuatoriana, completos desconocidos, uno junto a otro.

Dos piezas de rompecabezas, que por un momento quisieron encajar, aunque no fuesen destinados a eso.

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⏰ Last updated: May 27, 2019 ⏰

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Un venezolano en la ventana.Where stories live. Discover now