Cercanía no intencional

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La chica que colaboró en esa ocasión, hacía varias que le recordaba lo desplazada que se sentía de su vida. Entonces, por compensarla, decidió acercarse poco a poco a su círculo de amistades.

Y allí estaba, enérgica y animada como era costumbre encontrarla. Al principio, aún había una pared que limitaba nuestro contacto. Y aunque intentara derrumbar ese muro, mi propia timidez me traicionaba. Sólo te miraba en silencio, como siempre, y de vez en cuando hacía un comentario, por hacer un esfuerzo en integrarme la conversación.

Mi amiga estaba feliz y yo podía estar en paz con ella. Entonces seguí frecuentando a sus otras amistades, casi diariamente, hasta que se volvió parte de mi rutina.

Cada vez más crecía el anhelo de indagar en su personalidad, sus pensamientos, los ojos con los que veía la vida. Oscuros y profundos, como el océano; pero no azules, sino como el café que tanto me gusta beber. Y el que prepara es muy bueno.

Está bien conocer nuevas personas. Mundos desconocidos.

Ojalá no hubiese perdido tanto el tiempo mirándote a lo lejos.

Entre sus planes estaba convivir más con su amiga, y sí lo hacía, ahora también con las amistades de ella. Y ahora, nuevamente con la persona de esos encuentros borrosos en su mente.

Todo lo que tengo por decir... Y no te diréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora