La mayor captura Por Rayla Heide part 1

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Mi yordle, Norra, duerme sobre las páginas de mi buen amigo Libro. Siento un pequeño repeluzno en la cola cuando un montón de polillas lunares se cuelan por la ventana, como si fueran pequeños farolillos. Salto de alegría, sin importar realmente si atrapo una o no. Con cada brinco llego más lejos que con el anterior; casi puedo rozar con la pata las polillas lunares que revolotean por la estancia.

Uno de los insectos se encorva hacia dentro hasta que, con un leve estallido, adopta la forma de una sardina. Cuando quiero darme cuenta, todas las polillas lunares que aleteaban a mi alrededor se han transformado en peces flotantes. ¡Qué ricos! Entonces, el mundo se da la vuelta. Los libros de las estanterías comienzan a caer hacia arriba, como una cascada invertida, y aterrizan en el techo con un golpe sordo. Norra flota hacia ellos, aún dormida. Los peces tratan de nadar a contracorriente mientras caemos hacia arriba, y arriba, y arriba...

Me despierto en una caja de madera. Parpadeo lentamente, somnolienta, y veo la luz de la luna colarse entre las tablas. ¿Cómo ratones he llegado hasta aquí? Ah, es verdad. Me llega un delicioso aroma a pescado y entonces recuerdo que, paseando por las calles de Aguas Estancadas, encontré una caja con pescado seco. Después de darme un festín, decidí echarme una siestecita.

Antes de que pueda volver a ponerme cómoda, mi estómago empieza a quejarse. Sin comerlo ni beberlo, me cae encima una tonelada de pescado. ¡Es como un sueño hecho realidad! Mi estómago ruge de nuevo.

Libro agita sus páginas en un rincón, intentando salir de debajo de la montaña de pescado. Siempre se queja de que la comida no hace bien a las páginas. Yo creo que los árboles secos mejorarían mucho si tuviesen olor a pescado, pero Libro sabe mucho más sobre árboles secos que yo, así que no se lo discuto.

Me asomo por una de las rendijas entre las tablas de madera. El suelo cruje y se tambalea mientras, en la distancia, la luz de la luna se refleja de forma irregular sobre la superficie del... ¡océano!

—Libro, ¡¿por quééééé?! —me lamento—. ¡Las siestas nunca resultan en desgracias!

Libro se abre y se cierra, exasperado. El agua no está hecha para mí. Ni para Libro.

Empiezo a entrar en pánico. Las páginas de Libro crujen y me recuerdan que no debo preocuparme. Pero ya es demasiado tarde. Comienzo a arañar y a arañar la madera, desesperada, y desmenuzo sin querer el pescado seco. El océano me está haciendo destruir este estupendo manjar. ¡No puede haber nada peor! Coloco la pata sobre la cubierta de Libro y abro un portal escarchado para escapar de esta pesadilla marina. Tenemos que salir de aquí e ir a cualquier otra parte. A donde sea. Aunque haga frío.

Me dispongo a saltar hacia el portal abierto cuando, de repente, oigo un grito que suena como unas campanillas de viento, como el arcoíris más radiante. Un grito que me pone los pelos de punta. Un grito de yordle.


yummi la gatita mágicaWhere stories live. Discover now