La nieve caía sobre la academia de caballeros de Ulien, cubriéndola por completo de un blanco brillante y limpio. Aunque espectáculos similares ya habían ocurrido en anteriores ocasiones, durante la visita de los magos de la universidad mágica, era la primera vez que tanta nieve era conjurada por una única persona.
En medio de la arena en la que usualmente se celebraban los combates entre caballeros, se hallaba de pie una joven de cabello rubio con las manos alzadas hacia el cielo y los ojos cerrados. Era ella quien había creado la nieve, en un espectáculo de despedida para el que había sido su hogar por el último año.
Su nombre era Nierya Viz Al'fho, conocida ahora entre estudiantes e instructores como la sacerdotisa del agua.
Después de que el joven de cabello violeta desapareciera, ella, Zieb, Deyn y Sarah lo buscaron por todas partes, pero fue en vano. Los poderes del chico lo hacían poder moverse por donde fuese sin restricciones e incluso podía llevar a otros con él. Ni siquiera los hermanos de Marie sabían del paradero de su hermana y ni a Ci ni a Leyi parecía importarles en donde se encontraba Zalia, pues poco después de eso regresaron a su propio hogar, argumentando que ella volvería cuando quisiese y si se fue con él, sus razones tendrá.
La búsqueda duro un año, tras el cual se rindieron. Siguieron mandando cartas y pidiendo información a conocidos que tenían por los países de Demea, Ariba, Keboria, Cirien y Ulien, pero sabían que esos solo representaban a la mitad del continente humano y si se habían ido al continente mágico encontrarlo sería casi imposible.
Tras fracasar, Zieb regreso a la academia de caballeros, acompañada de la joven sacerdotisa mientras que la familia de Kein volvió al hogar. Aunque tristes de que no habían podido pasar más que unas horas con su hijo y preocupados porque había desaparecido, Sarah y Dayn se mostraban más alegres y vivos que antes, porque ahora sabían que Kein estaba bien, sano y, sobretodo, tenía otras personas que lo apoyaban. En sus corazones confiaban en que, tras acabar con lo que estuviese haciendo, regresaría a casa.
Para Nierya y Zieb las cosas no eran tan sencillas. La autoproclamada hermana mayor de Kein seguía con su línea de pensamiento de que el joven necesitaba protección, su protección, y por eso quería graduarse de la academia lo más pronto posible y emprender una búsqueda en solitario del muchacho.
La joven sacerdotisa, por el contrario, se sentía avergonzada. Muchas veces durante su viaje se había jactado de que ella era quien más conocía a Kein, pero en realidad jamás se dió cuenta de que algo andaba mal con su amigo. Marie, quien los conocía de apenas unas semanas, si se dió cuenta y actuó en consecuencia, cosa que la hacía sentir mucho peor.
Debido a ese sentimiento de vergüenza, no buscaría a Kein, pero si haría otra cosa que sabía era sumamente importante para él: protegería a sus hermanitas en su lugar. Y es que, de todos ellos, quien había terminado con el corazón más desgarrado, habían sido esas pequeñas, quiénes adoraban a su hermano mayor.
Pero para hacerlo necesitaba ser más fuerte. En el fondo pensaba que tal vez esa era la razón de que Kein se hubiese ido son decirle nada, ya que si ella fuera más fuerte, él habría confiado en que los protegería y no habría necesitado desaparecer.
Era por eso que siguió a Zieb hasta la academia, para fortalecerse. Aunque en realidad no la dejaron registrarse como estudiante, si pudo permanecer por todo ese año como invitada gracias a sus poderes y contactos. Pero había llegado el momento de despedirse.
La joven sacerdotisa bajó sus brazos y apretó sus manos sobre su pecho, atrayendo toda la nieve que había creado hacia ella hasta formar una pequeña colina, luego abrió los ojos y la nieve se derritió, para casa de inmediato comenzar a formar la figura de un ser con el cuerpo alargado y una cabeza de reptil, el cual se enrollo a su alrededor, pero sin llegar a tocarla.
En su búsqueda de su amigo, la joven se había encontrado con ese ser, aunque de un tamaño reducido y ya muerto. Sarah, quien había sido una de las mejores estudiantes de la academia, logro reconocerlo de un antiguo libro dejado por los iluminados décadas atrás: se trataba de una criatura mítica conocida como la Serpiente de Ibilon.
A la joven le había gustado tanto por su forma alargada y su cabeza intimidante, que decidió adoptarla como la forma que tomarían sus creaciones.
La enorme serpiente de agua se alzó imponente en medio de la arena, abriendo y cerrando sus fauces ante los asombrados espectadores, para después convertirse en una escultura de hielo, la cual la adornaría por los próximos tres meses, hasta que se derritiera.
Tras finalizar su espectáculo, Nierya hizo una reverencia, derritió lo suficiente de la serpiente como para poder pasar y salió de la arena, siendo despedida por una horda de aplausos ante su demostración, la demostración de una persona que esperaba desafiar a los más fuertes en el torneo de Virelia, próximo a celebrarse.
Dos horas después de la demostración, cuatro jóvenes se hallaban en silencio fuera de la academia, sentados alrededor de una mesa en una cafetería en medio de la ciudad capital de Mirie, en Ulien, cerca del gremio de mercenarios de la misma ciudad.
Ellos eran Nierya, Zieb y sus compañeros, Halley y Tailbert. El hermano mayor de Tailbert y también de Marie, Leiye, no estaba más con ellos ya que había sucedido a su padre en el ducado al momento de su muerte, por tanto debió quedarse en su país como duque, dejándole la tarea de mantener una relación diplomática con Ulien a su hermano, quien debía permanecer en la academia hasta su graduación.
—¿En serio crees que ira a verte? —preguntó de pronto Halley, rompiendo el silencio, que, aunque había durado mucho tiempo, no había sido precisamente incomodo.
—En realidad no —respondió Nierya, alzando si taza de té—, pero él sabe cuál es mi sueño y si quiere reunirse conmigo, en el torneo sería una buena oportunidad. Sería bueno que lo hiciera.
—No te preocupes, aunque sea por poco, encontraremos la forma de escaparnos de la academia y al menos nosotros iremos a verte —le dijo Tailbert con una sonrisa—. Es un promesa.
—Los estare esperando —contestó Nierya.
La joven sacerdotisa se levantó y tomó su mochila que estaba en el piso a su lado, colgándosela al hombro, después se dirigió a la única del grupo que no había dicho nada aún.
—Zieb. —Al verse sorprendida por el repentino llamado de su amiga, la joven dió un pequeño salto. No es que la estuviera ignorando, simplemente se hallaba perdida en sus pensamientos—. Sé que quieres ir a buscar de inmediato a Kein, pero él sabe cuidarse solo. Además está con Zalia y ella es buena guerrera. No te precipites.
—No lo haré —le respondió Zieb—. Pero en cuanto salga pediré que me envíen a un lugar donde consiga información para encontrarlo.
Nierya suspiro ante las palabras de la chica, ya que eran lo contrario a no precipitarse, pero no le dijo nada. En vez de eso alzó la taza de té, a la cual aún le quedaba un poco de líquido y dijo:
—Es la despedida, chicos. Espero verlos pronto. ¡Por el futuro!
—¡Por el futuro! —redpondieron los tres chicos al unísono.
Tras esa breve despedida, la joven sacerdotisa abandono la cafetería para dirigirse al muelle, desde donde tomaría un barco a Ariba para ver a si tía y hermana y luego se dirigiría a la isla de Virelia junto a su padre. Su viaje iniciaba de nuevo.
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Theria Volumen 0.1: El hombre que no quería ser un héroe (pausada)
AdventureHan pasado dos años desde que Kein, Marie y Zalia huyeron junto con Veli de los asesinos enviados para obtener las llaves de la caja de pandora y llevarse al niño de cabello violeta. Ahora los tres jóvenes se encuentran escondidos en la ciudad elfic...