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— ¡Jeon Jungkook! —grité cuando volvió a ponerme una montaña de platos sucios al lado.

— Lo siento. —palmeó mi espalda—. Perdiste y aceptaste la derrota.

— ¡Oye, pero no ac...

— ¡Ustedes dos! ¡Más trabajo y menos charla!

— ¡Si señor! —le respondió al chef enojado que hace unos segundos nos señaló con su espátula.

¿Cómo llegué de repente a esta situación? Bien, pues resulta que el mocoso del cual Yoongi me habló no era como yo pensaba. Si, heredero del gran restaurante pero quien también trabajaba en este, a causa de que su padre no le quiere dar dinero. Lo puso a trabajar en su propio restaurante. Pero ese no es el caso, se puso a apostar conmigo a que el Chef cabecilla siempre llegaba tarde y luego trataba que todos hicieran las cosas volando, yo no dije nada pero él se lo tomó como un 'acepto' y en vez de estar allí fuera tomando órdenes y llevando platos de aquí para allá estoy haciendo el trabajo pesado, su trabajo.

No es mi primer día de trabajo pues llevo unas dos semana y cabe decir que la paga es mucho mejor que la de la cafetería, aún no me adapto al montón grande de personal que hay trabajando pero es normal porque prácticamente acabo de comenzar.

En otros temas, me veo obligado a dormir más así que casi no voy al parque. Llego cansado, sólo me doy una ducha y duermo, despierto tres horas antes de comenzar a trabajar y vuelvo a lo mismo. Mi nueva rutina, lo bueno es que Jeon me hace compañía y aunque me molesta más que otra cosa es muy reconfortante.

— Mueve esos brazos Kim, ¡eres lento! —gritó con voz de mando e informalmente volviéndome a poner otro paquete de platos sucios, hice ademán de pegarle pero ya había salido corriendo.

Olviden lo de reconfortante.




— Entonces dices que no tienes su número. ¿Eres tonto? —lo mire sorprendido mientras bebía poco de mi café.

— ¿Por qué? Ni siquiera la conozco bien.

— Y menos la conocerás bien si no le pides el número, dime algo. —se acomodó en el asiento acercándose un poco más por encima de la mesa—. ¿A caso nunca has tenido novia? —fruncí el ceño.

— ¿Qué dices mocos? —le pegué en la cabeza, se quejó frotándose el lugar—. No me gusta, sólo te digo que me intriga.

— Pero bueno, si te intriga ve a responder tus dudas y no me lo comentes. —hizo un puchero recostándose de la silla.

— Buen punto, veré si aún pasea perros y le invitaré un café.

— Al fin usas tus neuronas inexistentes. —rodó los ojos.

— Soy mayor que tú eh. —le señalé con un dedo.

— Y yo el hijo de tu jefe, prácticamente tu jefe así que respétame.

— El respeto es mutuo pequeña rata. —ya estaba gritando con el ademán que volví a hacer para pegarle.

— ¡Kim, Jeon aún quedan platos sucios! —nos miramos al unísono.

— Ahora es tu turno. —rápidamente miré mi reloj—. Ya cumplí mi horario. —le sonreí mientras me ponía de pie y le escuchaba quejarse.

— Te despediré Kim.

— Quiero verte intentarlo. Yo le firmé a tu papá no a ti. —me reí cuando me miró mal—. Pasa buenas noches, hasta el lunes.

Se despidió con la mano, salí luego de tomar mi abrigo y mi pequeño bolso. En el camino pensaba en todo lo que me ha estado ocurriendo, es un poco random pero no he dejado de lado a la chica extraña, Hanna Park. No tengo la mínima idea de porqué he estado dándole vuelta a las pocas palabras que pasé con ella, no la conozco y lo poco que hablamos e interactuamos sólo me ha dado para confirmar que muy bien de la cabeza no debe de estar.





4 o'clockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora