Aurora Boreal

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Una gran tormenta había aparecido de la nada, sorprendiendo a toda la flota

El hombre a cargo del Portaaviones Gerald Ford,  tenia una edad de como 55 años llamado Cristopher Clayton, lamentablemente nunca le pregunte su edad, es muy astuto, frío y calculador, pero algo que tengo que admirar es sus firmes ideales de no sacrificar a sus soldados.

En el ejército te puedes encontrar de todo, y créanme, muchos son codiciosos, al punto que, si descubrieran que una piedra filosofal esta echa de almas humanas, las nuestras (soldados) estarían como su materia prima.

-Dios nos ayude a no tener contratiempos- decía mientras se sentaba en su silla favorita el capitán del navío. Desde hay podía divisar a las otras embarcaciones militares, posiblemente sus capitanes estarían iguales.

Poco la poco la visibilidad comienza a verse obstruida por una fuerte niebla, de dudosa procedencia

-¿niebla?- decía un oficial.

Mientras tanto yo antes de darnos alguna orden

Me encuentro en los dormitorios, por ahora solo somos como unos pasajeros en un crucero, omitiendo que no tenemos comida gourmet, que las camas son una caja de fosforo y lo único que podemos hacer es esperar en esta lata de sardina.

Por eso solo me entretengo observando el sufrimiento de los demás, viendo el mundo arde.

-eres un tramposo, Allen- decía una pasmada chica, Charlotte Vega.

-no, fue un juego limpio- alegaba un chico contento –ahora paga- mientras habría su cartera, era tan vieja que daba pena, no contaba con un mísero dólar, solo con muchas facturas.

-ok- decía decaída Charlotte, su rostro era tapado por su flequillo, la única peli violeta del regimiento, ¿se puede ir así?, en realidad no, pero dicho tinte que uso poseía propiedades que lo mantendrían así de radiante por un año

En otras palabras, no se puede quitar, ahora está penalizada con 100 dólares menos cada mes hasta que se destiñe.

-es un gusto hacer negocios- decía todavía con una sonrisa Allen mientras salía al pasillo, para él, Charlotte era una fuente de ingresos muy fiable

Como si fuéramos a necesitar un dólar haya, ¡¡Prostíbulos!!

Charlotte decaída se acercó a mi

-¿Qué haces Frank? – sin perder tiempo se tiro a mi lado y sensualmente mostrando su figura esbelta me comento –¿Por qué nunca gano? Es mucho pedir- acaso no entiende que esta caja de fosforo es demasiado estrecha, ¿ojalá que nunca lo entienda?

Ella es una de las tres hermosuras del Fort Lee, algunas veces me es difícil, no quiere estar con ella - pobrecita- me limite a decir, me concentraba en sentir su cuerpo.

–estas sonrojado – lo noto de inmediato y con una risa picara –deberíamos hacer lo mismo que Paulette y Joseph- señalando a dos chicos besándose apasionadamente en una litera sin impórtales los demás compañeros

Aunque a nadie le importaba, todos sabíamos que era mejor no arrepentirse de nada, no habrá una segunda oportunidad.

-podrían ahorrarse sus sentimientos por favor- decía una seria chica de cabello castaño observando con desprecio a esa pareja de tortolos, me observo a mí y Charlotte –compórtate- mi hermana da miedo.

-bueno yo me voy- decía Charlotte avergonzada

No les mentiré, yo deseaba estar así con Charlotte

Pero fui interrumpido por una alarma

-¡¡alerta, una tormenta esta encima de nosotros, el personal no esencial manténganse en sus literas!!- informaba una mujer la segunda al mando del navío Vanessa Torres, observando como las olas se volvían más feroces y amenazaban con hundir esta fortaleza de acero.

Las flotas se mantenían a cierta distancia una de otra, pero desafortunadamente la niebla nos hacía sentir los único en este agitado mar, las olas se volvieron tan fuertes que solo podíamos escuchar los altavoces.

-¡¡manténganse en sus respectivos puestos!!- era lo único que repetían como si no lo entendiéramos.

Pero de pronto un fuerte estruendo y una atroz sacudida, asusto a toda la tripulación, mis compañeros en el dormitorio estaban sorprendidos del fuerte que fue, casi pensamos que un torpedo nos había impactado, yo estaba sobándome la cabeza después de recibir un fuerte golpe con la litera de arriba

-¡¡Mierda, maldita tormenta!!- decía aturdido, pero bien enfadado.

-¿estás bien?- me preguntaba Chalotte y Amanda, las dos estaban en la misma fila de literas, observándome con preocupación.

-si estoy bien, ¿Qué carajos fue eso? - les dije, me agarré con fuerza a los pilares de la cama, esta vez no me pasara.

En el puente de mando, el capitán de navío esperaba un reporte de daños

-un trueno impacto la antena de comunicaciones- informaba la segunda al mando.

Las cosas no marchaban bien, pues el impacto provoco que los sistemas de comunicaciones se volvieran locos

-¿pueden comunicarse con el Interprise?- el buque insignia de la cuarta flota

-es difícil, solo escuchamos estática y alguna que otras conversaciones de dudosa procedencia- informaba un oficial –por favor escuche- le invitaba

-ffffff... la tercera guerra mundial termino, la segunda flota y la cuarta tienen órdenes de volver a casa ffff- emitía la radio de comunicaciones

-¿la guerra termino? Quién demonios está jugando en nuestra frecuencia- esa frecuencia solo era de uso militar, era evidente que era una trampa.

-lo peor es que estamos solos- le recordaba Vanessa

En un segundo la señal cayo y volvió a escuchar otro mensaje

-ffff... señores el virus Happy Feet, está matando a ciento de miles en Europa, tenemos la misión de erradicarlo, realizaremos un bombardeo nuclear con ayuda de Rusia, ese virus no debe llegar a nuestro continente ffff- se escuchaba otro mensaje

-quien sea está jugando con nosotros- decía la segunda al mando

El cielo encima del portaaviones se tornó brilloso y de varios colores

-¿una aurora boreal?- sorprendía a Clayton.

Pero todo fue interrumpido al escuchar

-ffff... este es el destructor Jack H. Lucas, llamando desde frecuencia Militar, me escucha cuarta flota-

Sin perder tiempo el capitán Clayton

-aquí Portaaviones Gerald Ford, reporte su situación -

The Last Aircraft CarrierWhere stories live. Discover now