❀» ❝d o s❞

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« d o s »

Tomo aire.

«Esto es por el maldito alcohol», dentro de mi cabeza resuena el pequeño murmullo dado. «Es la debilidad que tienes ante él», insiste de nuevo, con su preciada suavidad desvaneciéndose con los segundos. El camino silencioso creado por cada parte ansiosa de nuestros cuerpos da a lo bien que se siente todo esto; a lo poco que mi mente carbura como para procesarlo, como para pensar en que mis acciones no son demasiado adecuadas entre dos personas que se llevan conociendo desde hace muchos años; al simple miedo instalado en cada perdido trazo tembloroso formulado por mis ansiosos dedos, anhelantes de sentirlo mucho más allá, anhelantes de que el arrepentimiento no cruce mi espalda en ese esperado escalofrío

No hemos comenzado; al menos no del todo, y ya lo siento instalado en mi cuerpo, en el de ambos; en cómo nuestras bocas se unen a la contraria, acoplándose con suma facilidad al reconocerse; como si fuesen piezas claves hechas para el otro y solo el aire resultase un impedimento al tener que separarnos en un pequeño hilo compuesto por nosotros. De igual forma, en medio de esa vorágine placentera, acentuándose poco a poco en el calor que emanados por ambos, justo esto, parece significar exactamente aquella ambrosía prohibida para todo mortal.

El calor enervante asciende; se siente. Es arrollador y posee la suficiente fuerza como para que, de mis labios, emerja un profundo sonido que JiMin recibe con el mayor de los gustos. Su lengua sigue haciéndose dueña de mi boca a todo rincón, con la punta acariciando dentro y llegando tan profundo como le es posible en ese instante, como tanto desea y puede hacerle caso al impulso cada vez que sus pies se encorvan y lo hacen levantarse de puntillas. Las mentes de ambos se encuentran demasiado perdidas, extasiadas y él con las mejillas tintadas de ese hermoso color que yo mismo disfruto en su orgullo cuando me separo para tomar el aire suficiente.

Y llevado por todo; llevado por la forma tan perfecta en la que sus rojizos labios crean una circunferencia para tomar aire, acuno su nuca en una de mis manos, sintiéndole ceder ante mi toque y a la forma tan sutil con la que brota mi tacto hacia él; nunca brusco, nunca fuerte.

—¿Por qué estás tan mojado? —me pregunta de repente, su voz ahogada y febril debajo de toda aquella bruma que le eriza cada vello suave que mis yemas acarician.

En medio de que el sentimiento atontado desaparece de mi cabeza con los segundos y el calor solo se vuelve más asfixiante, el deseo de reírme —por lo absurdo que suenan sus palabras— ataca mi pecho en un impulso burbujeante y poco recomendado en este instante. Porque justo se escucha tan suave y sutil, como si fuese lo primero que cae en su mente aun cuando llevamos varios minutos en los que mis manos se pierden bajo su camisa; en los que, envueltos dentro de la misma bruma, he sido capaz de sentir lo bien que sus labios se unen a los míos; en lo bien y dulce que es su textura y sabor conformados por un poco de alcohol embadurnado en diferentes rincones de sus belfos, y, además, en cómo la manera que su cintura se arquea en busca de más; de mí.

La piel que es tocada se eriza por cada vez que la repaso con suavidad, en un simple y sutil gesto de querer grabarme aquella sensación y tatuármela en la cabeza para recordarla un poco más, para que mi corazón vuelva a hincharse de un extraño gozo en tanto sienta, nuevamente, cómo el deseo se apodera de mi ser y mi cuerpo se caliente en puro anhelo a que esto, que justamente se siente en una mezcla buena y mala, vuelva a repetirse de todas formas.

Mientras tanto, mi respuesta no es nada más que una silenciosa sonrisa que no lo deja del todo satisfecho después de todo, me concentro en seguir sintiendo aquello que justo ahora tengo la dicha de poder conocer más allá de toques suaves, poco insinuantes y por demás amistosos.

Midnight ; ym | ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora