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Peter seguía olfateando el dulce aroma, miraba con esos bellos ojos avellanas cuyo brillo era tan especial que te podría hacer tambalear. Juraría que podría acostumbrarse a la dulzura y comodidad de la vida en un "palacio".  Se removió suavemente sobre su túnica para sentir más el áspero y mojado pasto.

Tenía una misión que cumplir, eso era seguro pero tenía más de un mes. Ni un día llevaba y ya tenía al mayor en la palma de su mano, era el mejor eliminando objetivos y con esto solo lo reforzaba.

Ya no había más rastro de la llovizna de la mañana, suave y delicada; apenas podrías saber aquello por unas horas que se posaban sobre el césped casi seco en su totalidad, el sol había salido y hecho de las suyas; sobre la brillante piel del persa de asomaban pequeñas perlas de sudor o agua que se había desprendido del césped. Era casi que un decorado perfecto que hacía contraste con lo castaño de su cabello.

Seguía ahí observando, olfateando y analizando, el tiempo pasó rápido, más de lo que hubiera querido. Mientras Wade para este punto ya había terminado de entrenar, se dirigió hacia Peter para plantarle un beso en su mejilla. Era suave, más que la tela de seda o la de las túnicas más finas que había conocido. Diferente a su piel algo rugosa con pequeñas imperfecciones y anteriores heridas de guerras.

Wade le extendió su mano al castaño para que este pudiera levantarse de césped, el nombrado la tomó y se levantó con esa ayuda.

-¿Conoces la historia de Esopo?- cuestionó el mayo mientras rodeaba con su hombro al menor.

- A veces pienso que tienes memoria a corto plazo Wade- bromeó y suavemente tocó la nariz del más alto- Un persa, una paria ¿que puede saber de Grecia?-

-Debes estudiar muy bien a tu enemigo para saber cómo atacar-

- Bueno, entonces cuéntame la historia de Esopo-

- Esopo era un esclavo que logró conseguir su libertad y volverse un "fabulista". El era esclavo de un Janto de Samos, quien le dio la libertad.- sonrío y repitió la accion que el menor había hecho anteriormente- El es considerado "el retratista de la plebe".-

-Ajá...¿y eso que tiene que ver conmigo?-

-Peter quiero que un día seas un hombre libre, se que puedes lograr grandes cosas por ti mismo.

-Y ¿como sabes que no te puedo traicionar?- bromeó aferrándose a la cintura del mayor

- Oh vamos, mira la cara de ángel que tienes- Tomó el mentón del menor- no serías capaz de matar ni a una mosca.

Pero claro que había matado moscas, seres humanos bastante despreciables que habían cometido innumerables torturas a los de su pueblo.

Peter aún desconfiaba porque siempre creció con la creencia de que los griegos no eran nada más que sanguinarios a la hora de la guerra, le aterraban cuando era un pequeño y asesinaron a sus dos padres.

-¿Cuantas veces te he dicho que nunca conocí a un griego como tú?- sonrió.

Wade le robó un beso antes de terminar la respuesta del menor y se dirigieron a aquel hogar otra vez.

-Pet, voy a estar arreglando algunas cosas para la asamblea.- sostuvo suavemente la cabeza del menor y plantó un beso en la frente de este- espérame aquí, si gustas puedes leer algún pergamino.

El Trato Griego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora