𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎

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Era 19 de Mayo, el estadio MetLife estaba repleto de chicas de todas las edades, algunas con diademas decorativas de los personajes tan característicos de BT21 y todas gritaban por los siete chicos surcoreanos que se presentaban aquella noche. Los light sticks inundaban —Literalmente— el lugar, 82,500 army bomb juntas cambiado de colores de acuerdo a las melodías. Era un momento histórico. Ningún otro grupo de Kpop había logrado lo que aquellos chicos estaban haciendo ahora, hacer historia. Gritos, risas, emoción, los sueños de tanto miles de chicas y chicos reunidos como los de la banda, el staff y la compañía.

Alegría, satisfacción y regocijo en los presentes hacía de aquel un momento único.

— ¡Él me dejo!

El estadio enmudeció por completo. Más de ochenta mil personas se quedaron en absoluto silencio al escuchar aquello, esperando una respuesta que siguiera aquel escenario.

Las army bomb a pesar de encender el lugar permanecieron bajas, ninguna en el aire. Todos los asistentes tenían una expresión de pasmo en sus rostros. Ni siquiera los seis chicos sobre el escenario podían ocultar la expresión de asombro en sus facciones. La pista de Mikrokosmos seguía corriendo, sin embargo no se escuchaba ni una sola melodiosa voz en los siete micrófonos encendidos. Nada se escuchó después de aquel grito eufórico y lleno de dolor.

El mayor de la Maknae line se encontraba de rodillas sobre el escenario, siendo un pequeño olivo en medio de todas las luces espectaculares. Las lágrimas eran la razón de sus ojos acuosos y rodaban sin piedad por sus mejillas. El lamento encogía su corazón de mil y uno maneras posibles, parecía que los trozos de él rodaban desde su pecho por todo su vientre hasta llegar al estómago y darle un vuelco. ¿Cuánto tiempo tenía llorando por una razón completamente opuesta al gozo que los envolvía?

Sus compañeros solo podían mirarle atónitos. ¿Cómo había podido? ¿Como se había podido atrever a hacer aquello justo en medio del escenario? La mirada de intranquilidad proveniente de Seok Jin se centró en los ojos color avellana del líder de la banda, haciéndole por fin salir de ese trance de shock nervioso y un conjunto de desesperación dentro suyo.

A pasos temblorosos llegó hasta el pequeño olivo de cabellos castaños que aún sollozaba. Eran los sollozos más vivos del dolor y la desdicha que había escuchado en toda su vida. Quería hablarle, pero las palabras no salían de su garganta, únicamente su mano atinó a posarse sobre su espalda, masajeándo con la palma de la misma en forma de círculos como si tratara de reconfortarlo de alguna manera.

¿Nammin? ¿Quién es? ¡Mi jikook, está confirmado! Entre las chicas solo podían escucharse aquellos susurros en compañía de otros tantos que no iban ni en vías de ser sobre ese tema. ¿Está bien? Deberían sacarlo del escenario, podría desmayarse.

— Tenía que hacerlo...

El corazón de todos los asistentes se detuvo, incluso el de Jimin quien aún soltaba sollozos con fuerza que resonaban en el estadio gracias al audio del micrófono que sostenía con la mano derecha. Aquellas palabras habían sido escuchadas por absolutamente todos, inclusive los guardias de seguridad y las personas transitorias de la avenida principal donde se encontraba el estadio.

No, no era Namjoon.

No, no era Jungkook.

¡Maldición Min Yoongi, cierra la boca!

《 So what? 》 ⇒ ʏᴏᴏɴᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora