RIMA XII

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Ella no era mala,

tampoco buena.

Aunque tuviera

Momentos de cielo e infierno

No había razones lógicas.

No era necesario mucho raciocinio

para llegar a entender,

Que simplemente era una mujer.

Bella, coqueta,

Inteligente y traviesa.

Que cualquier mortal,

O ser divino,

Quisiera tener.

En la mente, en el corazón

O quizá unas horas placenteras en la cama.

Para siempre,

O unas cuantas horas de lujuria.

Ella,

Por otro lado,

Distante, de sentimientos casi nórdicos.

Buscaba otras cosas

Que nadie en el mundo

O en este universo,

Quiso poseer.

Tuvo amores claro,

Pero nadie exploró su alma.

Nadie calmó sus deseos,

Nadie...

Logró nada.

Así va por la vida,

Como un libro extraño.

El cual nadie quiere leer.

Quienes la toman,

Resultan ser analfabetas,

Incrédulos ante sus misterios,

Ignorantes ante su belleza.

Poco a poco se olvidan de ella

Y dejan de leerla

Por lo difícil que resulta entenderla.

¡Oh dulce niña mía!

Aunque no entienda, déjame leer tu cuerpo con el roce de mis manos.

Como un ciego lee el braille

Así te quiero leer

En las mañanas,

En las tardes

Y todas las noches.

Cien cosas que calléDonde viven las historias. Descúbrelo ahora