Cliché | L S |

One

Los días eran pesados la mayoría de veces, Harry siempre despertaba gracias a su madre tocando amablemente la puerta de la habitación que compartía con su hermana, esa mañana no era la excepción.
-Gemma, vamos, levántate.
Harry movió lentamente el cuerpo de su hermana, ganándose quejidos de parte de la mayor.
-5 minutos más.
Harry río.
-Nada de 5 minutos más, ya es hora, llegarás tarde a trabajar.
Sin decir nada más, Harry salió de su habitación, dirigiéndose al pequeño baño que estaba en el pasillo.

La casa de los Styles era pequeña, contrastando totalmente con las casas que la rodeaban, el papel tapiz de un color amarillento yacía casi en el suelo, desgarrado de algunos lados y con manchas de humedad impregnadas en el, a pesar de las malas condiciones visuales en las que estaba la casa, era un hogar cálido y lleno de amor, también habían carencias, pero hasta ahora, habían podido salir adelante.

Harry ahora estaba lavando sus dientes, después de haber desayunado una rebanada de pan con media taza de café. Su cabello impecable peinado para atrás, brillante, sus gafas un poco chuecas colocadas sobre el puente de su nariz, pareciera que todo era un disfraz, pues el descolorido chaleco de abuelo sobre su trozo no hacía más que confirmar aquello, aunque no fuese verdad.
-¡Harry!.
El menor salto un poco.
-¡Ouchhh!.
Sacó el cepillo de dientes de su boca, escupiendo la pasta de dientes llena de sangre.
-Deja de gritar Gemma, me acabo de cortar con los brackets.
Harry reclamó, mientras enjuagaba su boca con un pequeño ardor en su mejilla derecha.
-Lo siento.
Gemma tocó levemente la puerta del baño.
-Ya voy, ya voy.
Harry negó lentamente, abriendo el baño y dejando pasar a su desesperada hermana.

-Me voy mamá, nos vemos papá.
Harry besó la mejilla de cada uno, sonriendo un poco.
-No olvides que hoy tienes cita con el dentista.
Harry frunció el ceño.
-Mamá, habíamos acordado que me quitaría los brackets ya, no tenemos los recursos para darles mantenimiento.
El rizado se cruzó de brazos.
-Tu padre consiguió un pequeño préstamo con su jefe...
Harry negó.
-Mamá no, no quiero que gasten más dinero en mi de lo que ya lo hacen, estoy bien con no tener que usar mas estas cosas, no importa.
Harry apuntó hacia sus dientes.
-A nosotros nos importa, amor.
Harry negó.
-Estamos bien Harry, no te preocupes.
Des colocó su mano sobre el hombro de Harry.
-Ya ve a la escuela que se te hace tarde.
El menor asintió, no muy convencido de las desiciones que sus padres habían tomado.

Su pequeño y un poco (mucho) anticuado celular sonó en su bolsillo.
Harry estaba feliz de poder tener este pequeño celular, porque aunque era demasiado pequeño y sin tacto o esas cosas de última generación que todos los celulares modernos tenían, sus padres se lo habían regalado hace dos semanas atrás, para que pudiera hablar con sus amigos y hacer cosas importantes con el, el rizado reconocía el esfuerzo enorme que sus padres tuvieron que hacer para comprar esto para él y estaba muy feliz de ello.

-¡Hola Liam!.
Harry gritó en medio de la calle, acomodando sus gafas sobre su nariz y colocando correctamente el celular sobre su oído.
-Alguien está de buen humor hoy.

Liam era la mejor persona del mundo, o eso pensaba Harry, él era un ángel, siempre ayudaba a Harry, lo protegía de todo y de todos, siempre lo apoyaba en todo. Liam era algo así como su hermano mayor, mayor, después de Gemma, era unos cursos más arriba que el, pero aún así, se llevaban de maravilla y se querían demasiado.

-¡Lo estoy!, hoy es un buen día.
Liam río.
-Me alegro pequeño, ¿Vas camino a la escuela?.
Harry asintió, como si Liam pudiera verlo.
-Si, casi llego.
-¿Caminando?.
Harry cerró los ojos.
-Si...
Susurro.
-Pensé que ya habíamos acordado que no irías más a la escuela caminando, es peligroso, eres un despistado absoluto.
Harry río.
-Me fijaré al cruzar las calles, lo juro.
Liam bufó.
-Está bien, solo cuídate, te veo en la escuela, pequeño.
Harry sonrió.
-Adiós Liam.
Pronto la llamada se cortó, haciendo que Harry escuchara nada más que el agudo ruido que emita el celular.