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Ren

Hoy era la tercera semana sin ver a Baek, pero tenía que entenderlo, el estaba con su amigo...«O su novio».
Pero que tonterías pienso, si eso es, sólo son tonterías, mi padre tenia razón sigo actuando como un niño caprichoso a pesar de estar a unas primaveras de mi adultez.

- Permiso mi señor.
Mire de reojo como Min ponía sobre la mesa mi almuerzo, habíamos crecido juntos; Minhyun era hijo de un herrero y una de las damas de mi madre, cuando tuvo la edad suficiente le pedí a mi madre que el me hiciera compañía, aun que el actuaba como mi siervo yo lo veía como mi segundo amigo, el era el único que sabía de mi secreto.

- Estoy cansado de repetirte que me digas mi Señor, somos amigos Min, déjate de formalidades cuando estés conmigo.

- Lo se, pero sabes que estoy acostumbrado a tratarte de esa forma, tu padre se enfadaria si me ve tan libre hablando con el futuro Rey.

- Mi padre se enfada hasta de que yo respire.
Lo mire y los dos soltamos a reír, el era con el único que podía ser yo dentro de estas frías paredes.

- ¿Cómo llevas lo de Baek?

- Tengo 5 rosas al lado de mi cama, ¿Cómo crees que sigue?

- Creó que deberías quedarte por la Sexta, se esta esforzando por tu perdón. Deja de ser tan celoso y caprichoso.
Tome la Copa que me ofrecía y nos sentamos en el balcón.

- No puedo evitar ser así, admito que lo he querido perdonar desde la primer rosa, pero no se como pedir su perdón... Aun que el debería de pedírmelo a mí por no hablarme de su novio o amigo, no se que carajo sean y no quiero saberlo.

- Ren, Ren, Ren... Cuando vas a aprender...
Por lo que me contaste el intento explicarte, no entiendo porque te molestas si tu jamás le has contado qu...

- Sabes el porque no lo hago, iré por la tarde, seguramente dejo otra rosa o simplemente se arto y ya no quiere ser más mi amigo.

Min me envolvió en un abrazo, el sabía porque sufría tanto, y yo sólo seguía teniendo miedo de lo que sentía desde hace años.

Más tarde, bajo el cerezo.

BAEKHO

Llevaba horas sentado aquí, tenía una rosa blanca en mis manos, y unas fresas dentro de un pequeño cuenco. No me había querido retirar por el temor a que las fresas se estropeada o algún animal llegará a comerlas, quería enfrentarlo y remediar nuestra amistad, ya habían pasado semanas desde la pelea, ya era el tiempo suficiente para dejar de estar enojados.

Escuche el crujir de las hojas y ramas en el suelo, sabía que era el, vi su cabello castaño entre las ramas verdes, y con la misma elegancia que tenía al hablar caminaba, se detuvo a unos pasos y me miro sorprendido.

- Pensé que ya habías dejado de ser impuntualidad, o al menos conmigo.

- No pensé encontrarte aquí para ser sincero, ¿como están las cosas con tu "amigo"?

«¿esos son celos?» pero que cosas pienso, parezco Aron con sus disparates.

- Me la he pasado bien con mi primo Aron, pero la verdad es que extrañaba ganarte en las competencias de fuerza, aun eres muy debilucho, pareces un conejito.

шυινгεDonde viven las historias. Descúbrelo ahora