CAPÍTULO III: Nuevas caras en el mamarracheo.

61 7 9
                                    

Mery

El teléfono apagado desde hace una semana, mi cara en todos los medios de comunicación, mi ropa por el suelo en un hotel de carretera y a mi lado un tio, que no recuerdo como se llama y conocí anoche.
Estaba cansada de esa puta facultad, yo quería ir a la pública y no a un puto cuartelillo de niñas pijas cuyo referente es Patri la de Vox, pero claro si tus padres forman parte de las familias más ricas de España pues no quieren que estudies con el hijo del jornalero, pero ¿sabes qué? No estudiaré con el hijo del jornalero, pero sí que me lo follo.
Había decidido escapar de toda esa mierda, al menos durante unos días, estaba cansada de ser la protegida de los profesores solo porque mi padre dona su puto dinero a la puta universidad, el resto de las putas pijas solo hacen mirarme con asco y mira, paso porque al final iba a alicatar la pared de la facultad con ellas.

—Buenos días—dice el golfo este de mi cama.

—Vistete y ahí tienes la puerta, tienes que mejorar la comida de coño, nos vemos—le doy sus cosas y le cierro.

Antes de que pueda decir una palabra más, decido encender mi teléfono y marcar.

—Hey, negrucio estoy bien, era buena idea esto de marcharte sin previo aviso, gracias por el consejo—le digo una vez que contesta.

—Te has pasado illa, una cosa era que te fueras una puta tarde y otra muy distinta que lleves una semana desaparecida, tienes al puto mundo loco— me contesta.

—Venga Zayn, déjate de mierdas y ven a recogerme.

—Tia Mery, es imposible, voy en un autobús camino de un campamento de mierda que ha organizado la universidad y probablemente te traigan aquí una vez que des la cara. — tras esto me cuelga el puto de mierda.

¿Un campamento? ¿Chicas y chicos? A Sor Mierda se le ha tenido que ir la cabeza, pero bueno es una buena oportunidad para golfear.
Decido llamar a mi madre, le digo que salí a dar un paseo y que me desoriente pero que estoy bien, viene a recogerme el mayordomo porque para qué van a venir mis santos padres.
Destino: el campamento del que espero salir con las piernas temblando como un flan de tanto follar.

Llego al campamento Krusty y vaya bochorno, con el dinero que gana esta universidad a base de lo que pagan familias de gilipollas como la mía ya podrían haber escogido un sitio que no pareciera que acaba de pasar un puto tsunami por aquí. Me dan una cabaña....número 12 la compartiré de momento con dos chicas del grupo A y del grupo B, gente nueva que espero que no tengan pulseritas de España.

Llego a la cabaña, las dos chicas están conversando una es bajita y rubia, la otra es alta y con un aire de misterio que madre mía que mal royo dan las tía estas, me fijo en sus muñecas y YAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAS QUEEEEEEEEEEEEEN, NO HAY BANDERITA DE ESPAÑA.

— Eeeh, siento la interrupción soy Mery de grupo C ¿Y vosotras sois?—digo intentando ser simpática y buscando el baño por la cabaña pordiosera, porque necesito ir a cagar cuanto antes.

—Drew—contesta la chica bajita mirándome de reojo.

—Yo soy Helen. Encantada—dice sonriente la alta.

Helen

El día prometía.

Nos habían citado esa misma mañana a las siete, bien tempranito, para ir a la puñetera capilla del campamento, que más bien parecía una nave industrial con un crucifijo enorme en la pared del fondo.
Chicas en las bancas de la derecha, chicos a la izquierda.
La tensión se cortaba con un cuchillo y las miraditas de un lado al otro y viceversa no cesaban ni un segundo. Murmullos, algún silbido y risas.
El cabreo del cura que estaba presidiendo el altar parecía crecer por momentos, a sus lados dos monjas.

MAMARRACHEO EN EL LAGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora