Epílogo

886 84 55
                                    

El tiempo pasó más rápido de lo que podían pensar. En esos momentos Izuku se miraba al espejo, arreglándose la corbata de su traje de gala. Su radiante sonrisa era contagiosa, y Kaminari no podía evitar sonreír a su lado.

—¿Estás listo? —preguntó poniéndose detrás del chico, mirándose ambos en el espejo—, los demás están esperando.

Izuku sonrió una vez más, asintió y se giró para estar cara a cara con Kaminari, quién sonreía ampliamente y le extendía sus teléfono celular y sus llaves. Midoriya las tomó y se las guardó en el bolsillo de su traje negro, no quería admitirlo pero el negro le iba de maravilla.

—Sigo sin entender la necesidad de la limosina —añadió Midoriya, quién se dirigía a la puerta de su habitación seguido de Denki.

—Yaomomo insistió en que todos fuéramos en su limosina —Denki estaba emocionado—, eres el último al que teníamos que recoger. Tenemos que irnos ya si queremos llegar bien de tiempo.

Ese día era la fiesta de graduación, todos habían madurado a demasiado. Habían superado retos, habían reído, habían llorado, habían sudado, habían dudado en querer seguir convirtiéndose en héroes. Pero nunca abandonaron, no tiraron la toalla y en ese momento irían a la U.A a festejar que después de tanto esfuerzo, podrían al fin lograr sus sueño.

Al llegar a la limosina, todos se encontraban allí, y recibieron al peliverde con una gran sonrisa y varios aplausos. Este se sentó al lado de Shouto, quién lo había recibido con un casto en los labios.

El recorrido que quedaba no era mucho, estarían en la Yueei menos de diez minutos. En el camino se la pasaron contando anécdotas, riendo y guardando momentos que se quedarían con ellos siempre.

Cuando llegaron a la fiesta se sorprendieron del decorado. Los demás alumnos de las otras clases estaban allí, todos riendo, saltando, bailando, cantando, lo estaban disfrutando mejor que nunca.

Momo y Kyōka bailaban juntas, al igual que Tenya y Ochaco. Mina y Hanta bailaba tranquilamente con Denki y Hitoshi. Tokoyami y Tsuyu estaban sentados en las mesas, al igual que Hagakure y Koda. Shouji y Satou estaban dando saltos a lo loco con Yuga. Ojiro hablaba un poco incómodo con un (todavía) pervertido Mineta, quién había crecido considerebale e impactantemente. No como Izuku, quién apenas había crecido cinco centímetros y se encontraba de pie, junto con Shōto en la mesa de las bebida.

—¿Podemos bailar? —preguntó Izuku, miraba como su novio bebía un poco de su bebida para nada (ironía) alcohólica.

—Sabes que no me gusta bailar —se excusó el semi-pelirrojo.

—¿La siguiente? —preguntó el peliverde insistente. No había intentando aprender a bailar para acabar no haciéndolo.

—La próxima de la siguiente.

—¡Bastardo Mitad-Mitad! —Katsuki y Todoroki no eran los grandes amigos, pero al menos no se llevan tan mal como antes.

Aunque peleas tonta e insultos ingeniosos seguían siendo bastante común en ambos.

—Lárgate con tu novio y déjanos en paz —escupió el de ojos hetecromáticos, buscó a la pareja de su némesis quién hablaba plácidamente con su copia.

—¿Te molestaría si la próxima saco a tu novio a bailar? —intentó sonar lo más educado posible, pero viniendo de Bakugou refiriéndose a Todoroki, no lo consiguió.

—Como él quiera —contestó mirando a su novio, quién no parecía pensarlo mucho.

—Iré a bailar con él, solo la siguiente. Porque la próxima a la siguiente la bailaremos tú y yo —añadió el peliverde, y siguió al rubio, quién caminaba a la pista con las manos en sus bolsillos.

EquivocadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora