Adiós, Papá.

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Tenía diez años aproximadamente cuando conocí a mi padre legal. Siempre que le preguntaba a mi madre por el, me decía que estaba de viaje. Fue muy difícil para ella decidir que era mejor que yo estuviera lejos de él por miedo a que se volviera loco como hizo con ella hacía diez años. Empecé un régimen de visitas a un hombre al que no conocía absolutamente de nada, pero sabía jugar sus cartas muy bien. Me cocinaba una vez cada dos semanas que era cuándo le veía, virutas de pollo rebozadas con patatas. Estaban buenísimas, no se si lo hacía porque quería o por ganarme de algún modo. Se fue, desapareció una temporada y volvió queriendo aumentar el régimen de visitas, sólo me quedé a dormir allí una noche, era todo tan incómodo que con diez años de edad no quería dormir en aquella casa, con aquel hombre, una mujer a la que apenas conocía y un niño de mi edad que era bastante raro. No lo pasé mal, pero esa no era mi casa, y muchísimo menos mi hogar. Teníamos dos perros, Chester y Lalo. Chester tenía epilepsia crónica y acabó muriendo de un ataque, Lalo ya no sé si sigue vivo o no. Eran lo mejor de ese sitio, me llevaba bien con mi hermanastro pero era bastante incómodo. Ir con una "familia" a la que no conozco. Lo pasaba bien, pocos recuerdos tengo a parte de que teníamos un vecino llamado Aitor al que mi hermanastro y yo vacilábamos bastante.
Nunca me llevó en moto, decía que era peligroso. No le culpo, pesaba no más que 27 kilos y podía salir volando si no me agarraba bien.
Desapareció, así como vino se fue. Actualmente lo agradezco, es una persona que nunca me gustó que estuviera en mi archipiélago de sinceridad. Lo pasé bastante mal, mis pensamientos en la depresión eran "si ni siquiera tu propio padre te quiso, ¿quién te va a querer?"
Pero gracias a mi fuerza, ahora es un hombre más en éste mundo, nunca fue mi padre de verdad, ni se lo merece ni quiero que lo sea.

No mires atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora