Pequeña Carter

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Bucky


Fue el vuelo más largo de mi vida y el más doloroso también. Era la segunda vez que lo perdía y esta vez sería para siempre.

Sabía que iba a suceder algún día. 

Cuando la guerra terminó y me despedí de Steve con aquel abrazo y esas palabras tontas, sabía que él no volvería. 

Él merecía una vida. Él tenía que quedarse en su tiempo...en nuestro tiempo y vivir. 

Vivir de verdad. 

Amar, tener una familia, envejecer. 

Para cualquiera, eso es algo tonto y costumbrista. Para él, era todo... todo lo que había deseado.

Y lo entendía. Yo lo entendía. 

Sabía que iba a suceder. Steve tenía casi cien años, pero a diferencia de mí, él había envejecido. Su cuerpo había envejecido. Porque él había vivido. 

Pero a pesar de saberlo, de ser consciente de que cada ser vivo tiene su tiempo y ese tiempo de vida es finito, no estaba listo.

No estaba preparado para decirle adiós y despedirme.

No lo estaría jamás. 

Porque aún me quedaban muchos años por vivir. 

Era un hombre de casi cien años, pero mi cuerpo era el de un joven hombre.

Y no me imaginaba vivir sin él. 

Aquél hombre que ahora perecía en un ataúd con una bandera de los Estados Unidos cubriéndolo, ese hombre había sido mi hermano.

Habíamos vivido los momentos más difíciles de nuestra juventud juntos. 

Él me había salvado incontables veces. 

Aún cuando mi memoria jugaba en mi contra y me causaba estragos, aún cuando no sabía quien era y no me reconocía a mí mismo, ese hombre supo mirarme a los ojos y decirme "sé quien eres, tú eres mi amigo... y yo siempre estaré a tu lado".

Y me partía el corazón. 

Decirle adiós me costaba mucho. Me iba a costar siempre. 

Una vida sin él... ¿cómo iba a poder hacerlo?

"No hagas algo estúpido Buck" 

Ahora él no iba a estar para verlo.

Miré a la gente mientras el cura decía cosas estúpidas sobre el alma y el más allá. Yo no podía creerme nada, tal vez por la única razón de que quería que volviera y eso no iba a suceder.

El campo estaba repleto. 

Los Vengadores y sus familias, agentes de S.H.I.E.L.D., el gobierno de Wakanda y su familia.

Observé a cada uno de ellos y me di cuenta en sus rostros que Steve había hecho el mejor de los trabajos en su vida... tener amigos y seres queridos. 

Porque no había ni una sola persona allí que no sintiera dolor por su partida. 

Caras conocidas reflejaban una pena que no se podía disimular. Sam, Sharon, Strange, T'Challa, Banner, Thor, y otros amigos muy íntimos que habían compartido muchas cosas con él.

Pero nada me dio tanta tristeza que ver a sus familiares. Steve había tenido hijos, nietos. Más de una generación Rogers estaba ahí presente, sufriendo. 

Sentí una angustia que me impedía tragar. Un nudo se formó en mi garganta. 

Sam a mi lado me palmó la espalda y tuve que apretar mis puños con fuerza para no quebrarme.

Iba a extrañarlo tanto, tanto.

"Te voy a extrañar mucho" habían sido las últimas palabras que le dije antes de que atravesara aquél umbral de tiempo y viajar al pasado.

Definitivamente era un hecho. Iba a extrañarla mucho.

Los militares se acercaron a su ataúd y tomaron la bandera. Sentí sollozos detrás de mí.

Era el momento más duro y triste. El momento en que se despedían para siempre.

Doblaron la bandera con sus manos enguantadas. Con calma y precisión. Uno de los generales caminó con la tela doblada hacia la familia de Steve. Allí una muchacha de unos cuarenta años tomó la bandera y la puso en su pecho, la abrazó y se hundió el llanto.

 Respiré. No quería llorar. No.

Decidí mirar hacia otro lado. Entonces la vi.

Una chica joven muy parecida a Peggy Carter. Realmente muy parecida. Llevaba un tapado negro y sus manos en los bolsillos. Sus hombros caídos y sus ojos húmedos fijos en el ataúd.

Alguien gritó "preparen" entonces escuché ruidos de seguros de escopeta, listas para usarse. Mis ojos no se despegaron de la pequeña Carter.

Arrugó su frente y frunció sus labios. También estaba aguantando su llanto. 

"Apunten" 

Unas lágrimas se resbalaron por sus mejillas rosas, nadie se acercó a darle un pañuelo. Apartada de sus familiares solo miraba en dirección a Steve. 

"Fuego"

El primer disparo hizo que ella cerrara los ojos y diera un pequeño brinco del susto. Lloró.

El segundo disparo logró que pestañeara y pusiera su mano en su boca. Lloró.

El tercer disparo me hizo soltar una lágrima traicionera. La pequeña Carter miró al cielo y sonrió aún llorando. 

Cuanto costaba dejar ir. Cuanto costaba soltar a aquel hombre. Aquel amigo, hermano, compañero. 

Los doce disparos dieron fin a aquel triste encuentro. 

Las personas se acercaron al cajón y depositaron rosas blancas, cartas, pequeños recuerdos que debían ser de una vida llena de felicidad. 

Pero la pequeña Carter no llevó una rosa, o una hoja escrita. Se acercó y de su bolsillo sacó un viejo catalejo. Aquel que Steve siempre guardaba en su bolillo. El que tenía la foto de su amada Peggy.

Lo miró, lo besó y luego lo depositó arriba de la madera brillosa. 

Después sonrió y se fue. 

No esperó al entierro, ni las palabras de despedida. Ni el adiós definitivo. 

Sólo se fue de ahí. 

Tal vez ella tampoco quería decir adiós. Tal vez tampoco quería olvidarle.

Y es que eso no era posible.

Nadie que hubiera conocido al Capitán América podría olvidarle jamás.



Los doce disparos terminaron. 




Little Rogers   ~-Bucky Barnes-~ ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora