Capítulo X

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Hugo me pregunta el por qué de mis silencios, de mis miradas perdidas, de mis tartamudeos y de mis abrazos sin sentimiento alguno.

Y, decirme, cómo le digo que Jesús me besó y desde entonces tengo dudas, joder, dudas de hasta quién leches soy yo y qué hago con mi vida.

Necesito consejo, pero sé que nadie me lo va a poder dar, nadie conseguirá entenderme porque nadie de mi entorno ha pasado o está pasando por algo al menos parecido a lo mío.

Estoy jodida.

Me despedí de él, de Hugo, sin razón, y me dirigí de nuevo a casa, a tumbarme en la cama y esperar a que se me ocurriera una idea.

Octubre.

La llegada del nuevo mes sólo me ha acarreado más y más dudas.

*Ring ring*

Alargué mi pálido brazo hacia el móvil, pero al ver el nombre de quien me llamaba, el corazón me dio un vuelco.

Éstas últimas semanas no he hablado con Jesús, siempre le evitaba en el instituto, es más, en más de una ocasión me ha buscado, incluso Dani, para pedirme explicaciones de mi comportamiento, pero yo seguía en las mismas.

Dudé en cogerlo, porque bueno, ya sabéis.

Pero lo acabé cogiendo.

-¿Sí?

-Sandra, joder, por fin. Tengo... bueno, tenemos que hablar. ¿No crees?

Tragué saliva.

-Supongo que sí.

-Te veo en 5 minutos, voy a tu casa, hasta ahora.

No me dió tiempo nisiquiera a despedirme cuando me colgó. Me incorporé de la cama y me preparé lo mínimo, no tenía ganas. ¿No habéis tenido esa mezcla de sensaciones alguna vez en vuestro interior que tienes ganas de ir pero a la vez no?

Fijo que sí.

Oí el timbre, bajé corriendo las escaleras mientras un cosquilleo me recorría todo el cuerpo, y giré el pomo para ver a la persona que había llamado. Me puse nerviosa, lo sé, se notó, nada más y nada menos porque me puse colorada.

Jesús tensó la boca y se retiró para dejarme salir. Cerré la puerta tras de mí, me coloqué a su lado y nuestras piernas comenzaron a moverse, apartando las crujientes hojas naranjas del asfalto y con las manos en los bolsillos, mirando al suelo, pensando en qué decir.

-Mira, yo... -articuló palabra de una vez- siento haberte besado, sé que estabas y estás con ese, perdón, con Hugo, y sé que le quieres, no puedo interponerme en vuestra relación, no... no debería haberlo hecho -me miró, esperando una respuesta.

Miles de cosas se me pasaron por la cabeza, miles de impulsos, miles de palabras, miles de emociones.

Y de todas esas, elegí la peor.

-No sé el sentimiento que nos tenemos el uno al otro, en serio, no tengo ni la mínima idea. Quizás es el que le tiene una fan a su ídolo, porque bueno, así es la cosa. Soy tu fan, solo tu fan. No puedes sentir nada por mí, joder, es... es completamente ilógico, no puede ser posible, ¿entiendes?

Me arrepentí de haber dicho esas palabras nada más dar la primera bocanada de aire tras la última sílaba.

Escuché cómo la saliva recorría su garganta, haciendo un tenso ruido.

-Lo mejor será que me aparte de tu camino, que parece que estorbo-me dijo alejándose por la acera.

-Je-Jesús, no... espera...

Pero me detuve. No, qué va, no seguí adelante, no le paré, no me disculpé, no, no hice nada. Fui una puta cobarde y una orgullosa de mierda.

Levanté la cabeza hacia el cielo, oscuro y muy nublado. Cerré los ojos y sentí cómo varias gotas frías de lluvia se deslizaban por mi helada piel. Apreté los ojos con más fuerza, apretando los puños mojados, y grité con todas mis fuerzas. Me llevé las manos a la cara, suspirando con fuerza y tiritando.

Y fue entonces, ahí, en el ojo de la tormenta, calada de arriba abajo con la ropa pegada a los pliegues de mi cuerpo, cuando me di cuenta de que si realmente estuviese enamorada de Hugo, no me habría enamorado de Jesús.

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⏰ Última actualización: Oct 03, 2014 ⏰

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