Día 2: Estocolmo

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La tarde estaba cayendo y con eso, el ánimo de Charles se veía afectado, porque a pesar de que ese día tendría que ser el más feliz de su vida... simplemente era una tortura.

—¿Estás listo?— la mujer rubia que respondía al nombre de Emma, entró en su habitación.

—Si...— su voz era un murmullo, creía que si hablaba más alto se pondría a llorar.

Los recuerdos que incluían a Erik lo comenzaban a atormentar, sabía que nunca se podría arrepentir de conocer a la persona que lo completaba, que lo hacía sentirse mejor cada día, pero tampoco podía aceptar este matrimonio, no quería casarse con él, aún no estaba listo y francamente no creía estarlo nunca, mucho menos después de descubrir que detrás de ese famoso y exitoso empresario, se escondía una persona cruel, que no le importaba matar a quien fuera con tal de seguir ascendiendo en la escala social.

—Vas a estar bien, Erik te ama y nunca va a poder hacerte daño— trato de tranquilizarlo amablemente la mujer.

—El daño se lo está haciendo a esas mujeres, niños y hombres que...

—Basta, no es momento de pensar en eso ¿Okey? Solo concéntrate en tu boda, va a ser la mejor de todo el año— sonrió de lado tratando de parecer animada— Azazel no tarda en venir por ti para llevarte al registro civil.

—Me gustaría que mi hermana y amigos estuvieran aquí— se arregló su corbata negra.

—Sabes que eso no es posible— Emma hizo una pequeña mueca— Ahora Azazel y yo somos tus amigos, puedes confiar en nosotros— le extendió la mano y con timidez Charles la aceptó— Vamos, Azazel no está esperando.

Bajando las escaleras, recordó como Erik le coqueteaba cuando iba a la escuela para atender algunos negocios, como el alemán siempre que podía le sonreía haciendo que se olvidara de todo el mundo a su alrededor. Hank le decía que ya estaba enamorado, pero Xavier se negaba a aceptarlo.

—¿Puedo saber cómo terminaste en este negocio?— interrogó mirando el largo pasillo que los llevaba a la gran puerta de madera.

—Es algo complicado de explicar, quizá te lo diga en otra ocasión— se notaba nerviosa.

—Tenemos todo el camino para que me cuentes, además, no voy a escapar— soltó una carcajada triste— creo que estoy demasiado enamorado de Erik como para alejarme de su lado...a pesar de lo que es y a lo que se dedica.

Emma lo miró y siguió caminando hasta llegar a la gran limusina que los esperaba afuera.

—Hola Azazel— el aludido nota que Charles no está feliz, pero sabe que no puede intervenir, no puede ayudarlo a escapar, el principal motivo es Erik, si él se entera, lo mata—¿Listo para llevarme al altar?— asintió sin pensar demasiado en el segundo motivo, Charles estaba enamorado de Erik y por más que este sacrificara su vida para que escapara, este no lo iba a hacer, se iba a quedar al lado de Lehnsherr sin importar nada.

—Charles ¿Estás seguro de esto?— Azazel sabía que era arriesgado preguntar eso y más si Emma estaba presente, pero no quería cargar con más remordimientos.

—No, pero tampoco es como si fuera a irme para evitar mi boda— Charles sonrió de medio lado.

Azazel quería golpear su rostro contra el volante, sabía que en cierto modo tenía la culpa de esta situación, no había ayudado al castaño cuando esté se lo pido. Ya era tarde para redimirse.

—Emma ¿Ahora sí me vas a contar cómo fue todo?— la rubia le lanzó una sonrisa cálida a Charles y una mirada asesina a Azazel.

—Yo vivía en la calle, robando o haciendo cosas feas para poder salir adelante, pero un buen día, ya no aguante más...estuve a punto de matar a alguien— Charles escuchaba todo atentamente—Pero fue Erik quién me detuvo, me dijo que no tenía porque hacer eso, que podía confiar en él— sonrió—Y aquí estamos.

—La historia no es tan larga como me habías dicho.

—Bueno, te la tuve que resumir, porque ya hemos llegado al registro civil— musitó al tiempo en que Azazel se detenía—Dame un minuto ¿Esta bien?— este asintió y salió del auto.

—Azazel, si te pidiera ayuda para escapar ¿lo harías?— este se quedó quieto en su lugar.

—Por supuesto que sí Charles, se que al principio no te ayude, pero tenía miedo, sabes cómo puede ser Erik cuando algo le importa— negó— pero esta vez no va a ser así, mira, Emma se acaba de ir,  puedo arrancar el coche, después te llevo a sacar un pasaporte falso y ...

—Azazel, basta— Charles tocó su cabello—Solamente quería saber si me vas a ser fiel— este lo miro confundido— Erik me dijo que una vez que me case con él, estaré firmando mi sentencia de muerte, por ello Emma y tú se van a encargar de mi seguridad, dijo que les pusiera una prueba de lealtad y ambos la han pasado, de diferentes maneras, pero lo han hecho— se encogió de hombros— ¿Sabes? Al principio no quería quedarme con Erik, aunque admito que me cautivó, no estaba seguro de salir con él, pero al final, las circunstancias nos orillaron a estar juntos...

—Las circunstancias, se llaman secuestro, Charles.

—Y ahora tampoco quiero casarme, pero se que lo amo y que estoy dispuesto a todo por él, aún si eso significa morir o hacer cosas que no quiero.

—Charles, lo que ocurre es que tienes el síndrome de Estocolmo, estuve investigando sobre este padecimiento y...

—Se lo que tengo, Azazel, pero creo que estoy bien con esto— miró a la venta—Erik me ama sinceramente y se que no me va a hacer daño, nunca y francamente eso es lo que yo esperaba encontrar en una pareja, amor y protección incondicional.

El lugar se quedó en silencio hasta que Emma llegó para avisar que ya podía pasar.

Charles sentía todo el peso de aquella vida sobre sus hombros, sabía que todos los socios de Erik estarían ahí, que lo iban a observar, criticar, pero también a respetar.

Caminó hasta llegar al lado de Lehnsherr, este le sonrió, beso delicadamente sus labios para después mirarlo durante unos minutos.

—Bienvenido a tu nueva vida, amor mío.

Cherik Week 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora