El sol iluminó, poco a poco, las copas de los árboles más altos del sitio. El amanecer en la jungla era realmente bello. Los arcoiris evidenciando el rocío matutino sobre las copas bajas, las aves trinando al comenzar un nuevo día de labores, los pequeños animales nocturnos ocultándose en madrigueras y recovecos, las flores abriéndose lentamente ante la caricia suave del sol.
A una distancia considerable de la aldea dónde debería pasar la noche, un joven de cabellos largos y algo alborotados se inclinaba a la orilla del río, lejos de los dominios de los hipopótamos. Con ambas manos, juntó la frescura líquida, con la que no solo se lavó la cara como su madre le había enseñado hacer cada día, también quitó el sudor que bañaba su rostro por la carrera que había tenido hasta ese sitio. Suspiró, repitiendo el proceso varias veces, acabando por humedecer su cabello un poco.
Miró alrededor, notando que cierto aroma bañaba la zona ¿Ya habían flores dulces? El semblante siempre serio del joven, cambió al reconocer las delicadas flores que brotaban solo 2 veces al año, cuya infusión era adorada por su madre. Se palpó los pantalones, encontrando una pequeña bolsa de tela, en la cual juntó algunas, solo unas pocas; no quería arrugarlas antes de llegar a entregarlas a su dedicada madre.
Satisfecho, se incorporó y olisqueó con suavidad; era uno de los aromas más dulces que había conocido, por ello duraban poco; incluso ellos, los hombres, la disfrutaban a su propio modo. Avanzó con cautela, con pies descalzos por el borde del río, tomando una de sus armas preferidas, ganada de la tribu Et'haí: una lanza roja. Avanzó con cautela, y se quedó quieto en medio de la parte más baja del río, dónde se ensanchaba tanto que no le llegaba más arriba que las rodillas.
Solo aguardó, quieto, alerta. Y pasaron los minutos, varios, antes que lance la primera estocada, dando de forma certera a un inmenso pez. A su padre le agradaba ese sabor. A penas masculló una sonrisa y avanzó hasta la orilla, llevando a rastras la pesca y asegurándose de no perder en el camino los pétalos de las flores.
Un trote "suave", pero bastante veloz, le comenzó a llevar por un camino diferente al usual ¿Por qué? No lo sabía, quizá la misma Jungla lo estaba guiando por dónde su camino sería más próspero. Y, claro, evitar al grupo de machos en la zona más al norte, era una estrategia prudente.
Y no supo porqué, en su distracción inconsciente, avanzó aún hasta los límites de la tribu Paiabe. Los centinelas dieron aviso de que se acercaba un extraño, pero... reconocieron el color de su arma y su cabello largo, así como sus colores claros. No era enemigo, todo lo contrario. Saludó con cordialidad al hijo del jefe, quien salió a darle la bienvenida. Un breve diálogo, sobre aquel camino extraño tomado en su retorno, le advirtió a Kito que no era el único que estaba sintiéndolo: el jefe, se encontraba escuchando a los "Anteriores" para que aclarasen aquellos pasos invisibles que parecían avecinarse con malas noticias. Una despedida cordial, y un obsequio para su madre de parte de la prometida de su conocido, lo hicieron partir con un atado de cebollines comestibles colgado del pantalón.
Pudo sentirlo al llegar al Arbol-guía, aquel inmenso árbol en el que había levantado un fuerte con Aki, el hijo del jefe y algunos otros niños hacía unos años. La añoranza por los recuerdos, le hicieron saber que debía regresar a su hogar.
Partió, más a prisa a cada momento, en lo que el camino se fue dando para lograr llegar lo antes posible. ¿Por qué la prisa a por... estar en su casa? Sentía que... estaba "bien" en comparación a otras veces dónde aquel sentimiento de inquietud se apoderaba de sí mismo, provocando a su alrededor miedo y muerte.
Al ver el claro abrirse ante sus ojos, supo que estaba llegando a casa y... aquello dentro de sí, se fue calmando, cada vez más. Al ver al centinela, que lo saludó desde lejos; al ver a las niñas, avanzar con el agua para el día, al ver a las mujeres atendiendo a los niños pequeños, otras tejiendo, a los jóvenes practicando Inglés con su...
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El Hijo del Rey
AdventureHan pasado 20 años desde que, fruto del amor entre Jane y John, nació el pequeño Kito, en seno de una familia amorosa, en el centro de una comunidad solidaria, en un sitio que se tornó en un lugar de paz durante algunos años. El hijo de "Tarzán", v...