Esta vez para movilizarnos hasta nuestro destino tendríamos que usar más dinero –cosa que pronto nos haría falta si no llegábamos a nada—, con lo poco que llevábamos encima fuimos a una parada de autobuses.
La última vez que estuve en Lakeville había venido con la banda de Nate —Midnight Insomnia —en su van de mala muerte. Ahora, unos meses después, Nate y yo nos dirigíamos al mismo lugar donde cantó para mí, donde algo entre nosotros surgió con un primer beso. Pero las cosas estaban lejos de ser igual.
Yo pasaba fácilmente desapercibida entre la gente, pero para Nate no era tan fácil. Midnight Insomnia ya había ganado fama, sin mencionar que él ya había sido una figura pública por su padre. No fue hasta que un grupo de niñas se acercó que prácticamente tuve que jalarlo y entrar a una tienda de regalo.
—Esto no está yendo como esperaba —musité, mientras buscaba una gorra.
Finalmente tomé una gorra negra y fui al área de accesorios a por unas gafas oscuras para Nate.
Parece ridículo la idea de intentar camuflarnos así entre la gente, pero era lo mejor que se me podía ocurrir por el momento. Al menos hasta que nuestro autobús partiera.
—Lo siento, sé que querías dejarme y esto sólo marca el punto del por qué —dijo a mi lado. Cogí un par de lentes y se los puse.
Tengo bueno ojo, porque los lentes le quedaron perfectos.
Finalmente le dije: —Nate, cuando pensé dejarte ésta fue la menor de mis preocupaciones. Lo que más temo es que más personas salgan heridas. —suspiré —. Solo temo por tu seguridad.
Él asintió, pero podía ver cómo no lo había terminado de convencer del todo. La tiendita estaba casi vacía, a excepción de nosotros y dos mujeres en parkas con un niño.
Nos acercamos a la registradora, puse la gorra y Nate se quitó los lentes y los puso al lado también. Un hombre de barba incipiente, con una barriga algo prominente bajó la revista de la cara y nos miraba con aburrimiento por haberlo perturbado de su lectura.
Pasó los códigos de los tickets por el scanner y mientras tecleaba algo en la caja registradora una de las mujeres que andaba con el niño se puso tras nosotros, iba a comprar una camisa que decía «I Love Deanland» y algunos brazaletes pero lo que llamo mi atención fue el globo de nieve con una paloma en posición de prender vuelo dentro.
Un cosquilleo se instaló en mi estómago. Volví a ver a la mujer que parecía indiferente a lo que iba a comprar, ajena al efecto que provocaba en mí. Tenía una cabellera rubia, ojos claros y una sonrisa cansada mientras intentaba tranquilizar al chiquillo que estaba dando saltitos sosteniéndole la mano.
Ella tenía un gran parecido a...
No. No puede ser.
—Ava... Ava —me llamó Nate, tomándome del brazo y alejándome de la caja.
La mujer me dio una sonrisa al encontrar mi mirada, y luego volvió nuevamente a lo suyo, pagando por sus cosas.
Busqué con la mirada a la otra mujer y no lograba divisarla por ningún lugar de la pequeña tienda.
—Oye, oye... ¿qué pasa? —Nate le dio un ligero apretón a mi hombro. Cargaba en una de sus mano una pequeña bolsa con las compras.
—Ponte las cosas antes de que salgamos otra vez —murmuré, todavía atónita, con mi mirada divagando por el lugar.
Él asintió, se acomodó la gorra y puso las gafas. Empezamos a salir y Nate puso una mano entre mis omóplatos al salir.
—¿Qué pasó allá? —preguntó con tono cauteloso, volviendo su mirada a la caja.
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DARK FALL (The Guardian #2) - EN PAUSA
Teen FictionEl mundo de Ava se derrumbó. Esta sola, la culpa la carcome, sus miedos cobraron vida y cree estar perdiendo la cabeza. Ser una guardiana fue una de las cosas más importantes en su vida y también por la que más caro ha pagado. Una guerra entre gu...