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Narra Luna Mccall: Suspire frustrada y arroje mi mochila a una esquina de mi cuarto. Camine hasta mi cama y me tire sin importar que.
Mi semana estaba siendo una mierda.
Había reprobado una materia, tenía demasiados trabajos finales, exámenes finales, mi teléfono se rompió, yo y Scott peleamos, discutí con papá por mis calificaciones y para el final, también discutí con Isaac.
Abrí el cajón de aún lado y me tome una pastilla para el dolor de cabeza y decidí dormir un rato.
....... Entre a mi clase de química y me senté en el primer lugar que vi. Todo iba normal, hasta que al final la profesora decidió entregar exámenes y calificaciones.
Un nudo se formó en mi garganta cuando mire el 5 en mi examen.
Explote.
Tome mis cosas y no me importo el profesor ni nada. Camine hasta salir de la escuela y ir al campo, ya no estaban entrenando así que estaba vacío.
Arroje todo y solo me puse a llorar como nunca.
Mi estrés toco su limite. Me sentía sofocada, sentía que me ahogaba, mi cabeza no dejaba de doler y no podía parar de llorar.
-¿Luna?- Gire mi cabeza hacía Isaac y el al verme en ese estado corrió hacia mí- oh mi pequeña. Ven.
Me tire a su regazo y me aferre a él como si mi vida dependiera de ello. Me estaba rompiendo y no podía parar.
-Shhh ya cariño- Acarició mi cabello- Todo estará bien. Vas a mejorar tus calificaciones, Scott se le bajará el enojo, a la mierda tu papá y el teléfono se puede arreglar.
-Oh Isaac no puedo- Sollocé- Todo se acúmulo. Tu no estabas y- y sentía que me estaba ahogando.
Isaac era mi alma gemela y me dolía como la mierda no tenerlo.
-Lo se cariño- Acarició mi mejilla- Fui muy tonto contigo y te pido perdón. No me iré Luna. Estoy aquí. Ahora y siempre.
Limpio mis lagrimas, beso mi frente y al final mis labios.
Al sentir sus labios con los míos, sentí que volvía a la vida. Una corriente de energía me recorrió y me sentí tranquila.
- No volvamos a discutir Isaac, por favor- Sollocé de nuevo y me aferre aún más a él.- Te necesito siempre.
-No lo aremos linda.- Me cargo y tomo mis cosas- Vamos a casa.
Sonreí y metí mi cabeza en su cuello.
El siempre me hacía sentir que estaba en mi hogar.
