Pensamiento #1: ¿Estoy enamorada?

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Acaban de acabar las vacaciones de verano, dos meses sin escuela, en paz y tranquilidad. Estoy de camino a la escuela, y veo a lo lejos a alguien que me parece conocido, me paro en medio de la calle, lo que hace que varias personas giren sus miradas y las posen en mi. ¡Que incómodo!, odio cuando eso pasa, ignoro a esas personas e identifico a aquella persona de espaldas, sonreí para mis adentros, porque ni loca sonreiría en la calle para que me vieran y corrí en dirección a la persona, la jale del brazo, logrando mi cometido, que me mirara, al comienzo se asustó al verme y tenso su cuerpo un poco, pude notarlo a simple vista. Bueno, no me ve desde hace cuatro años, no me va a reconocer tan fácil, es decir cambie mucho en este tiempo, en cambio el, el sigue igual de guapo como toda la vida lo ha sido.

Me le quedé mirando para ver si me reconocía, pero no lo hacía, me miraba de pies a cabeza, por su mirada, se notaba que estaba tratando de averiguar de donde me conocía. Solté su brazo y puse las manos en mis caderas.

No puedo creer que me olvidaras - dije en un tono seco y serio - y pensar que tenemos un hijo - dije con un tono trágico, lo que hizo que muchas miradas se fueran en dirección a nosotros y empezaran a cuchichear.

Chismosos.

Aún así, no me reconocía, ni con esa broma, simplemente decidí dejarlo ahí, y caminar en dirección a la entrada de la escuela, ¿tanto había cambiado?, es decir, han pasado cuatro años, y ahora tengo 16 desde la última vez que lo vi, y claro, algunas partes de mi cuerpo digievolucionaron y mi cabello creció mucho, pero, ¡No podía haber cambiado tanto!.

Entre a mi salón y me senté mirando por la ventana, en la última fila, esperé que el salón se llene mientras sacaba mi celular y me ponía a leer la nueva actualización de una historia en wattpad que me había llegado, estaba leyendo concentrada en las palabras, en cada párrafo, en cada silaba que escribía mi escritora favorita de wattpad, simplemente la mejor que pudiera leer, estaba tan concentrada que no noté cuando el profesor llegó al salón y se puso de pie frente mio y me miraba con su mirada autoritaria, y su sonrisa de superioridad.

Pedante, creído, estúpido, joven, ojos hermosos del profesor mas ignorante del mundo.

Señorita Villacorta - dijo con su pedante sonrisa - ¿quiere dejar el celular en la canasta de los celulares perdidos? - dijo sonriendo. Enseñando su perfecta dentadura blanca y brillante. Esa sonrisa. Odio esa estúpida sonrisa, cree que poniendo una sonrisa así haré lo que me pida.

No, no quiero - dije sonriendole inexpresivamente - ¿quiere usted dejar de joderme la lectura?, digo, sólo estoy leyendo y según ustedes los profesores, leer ayuda y es bueno, ¿o me equivoco? - dije sonriendo con mi sonrisa triunfante. Sabía que no podía ganar contra mi - ah, y otra cosa, querido profesor, es Villa-Cortéz, no Villacorta - respondí guardando el celular - apréndase los apellidos de sus alumnos antes de venir a molestarnos - me levanté bruscamente y me dirigí a la puerta del salón, dejando al hermoso, pero estúpido profesor de Lenguaje con las palabras en la boca.

Cuando estaba saliendo, pasé por las carpetas de mis compañeros, quienes tenían la boca casi en el piso, y al pasar por una en específico, observe como me miraba, ahí estaba, con la boca abierta, mirándome, completamente sorprendido. Le sonreí y salí por la puerta.

Llegué a la cafetería donde se encontraba mi querida tía Ann trabajando arduamente, mi tía es la única que se preocupó por mi después de que mi padre falleciera y mi madre me dejara abandonada cuando tenía tres años, me cuida como una madre y me deja vivir con ella. 

Analú, ¿volviste a salirte de clases? - preguntó con la mirada aún en la masa de pizza que preparaba. Como quería a mi tía, me conocía perfectamente y me reconocía en cualquier lugar, simplemente era la mejor del mundo, pero en este instante están por escuchar su gran sermón de madre.

El profesor Ford me estaba molestando - solté como una excusa, mientras me sentaba a su lado - tu sabes que odio que me molesten, en especial ese profesor - solté inexpresiva mientras me recostaba en la mesa.

Tu sabes perfectamente que ese profesor sólo te quiere ayudar - soltó la tía Ann mientras alisaba la masa - Es un buen maestro que quiere que sus alumnos le presten atención a la clase y puedan aprender algo - dijo cuando desvió una pequeña mirada y me miró directamente a los ojos por un milisegundo, pero con eso fue suficiente para que vaya directo al salón nuevamente, donde lo mas probable es que me esperara detención esta tarde.

Llegué al aula y entre sin siquiera tocar la puerta y volver a sentarme en el lugar que me correspondía, el profesor siguió mis pasos con la mirada hasta que tome mi lugar y me puse a apuntar lo que había en la pizarra. Tengo hambre, mierda, y lo que es peor que eso. El no se acordó de mi, un pequeño dolor se asomó en mi corazón, uno que nunca había sentido antes. Me agarré el pecho y cerré los ojos por un momento, pero una pequeña lágrima calló rosando mi mejilla. ¿Que carajos me pasaba?, me levanté del asiento nuevamente y salí del salón rápidamente en dirección al baño, no podía darme el lujo de que los chicos me vieran llorar, eso me haría ver vulnerable, y no quiero que me vean vulnerable ni me tengan lastima, no cuando son tan hipócritas.

Entré al baño y me mire en el espejo, me limpié la cara, que tenía la marca del delineador por mi mejilla, por esa lágrima, esa estúpida lágrima, me limpié con papel higiénico mojado y me volví a delinear los ojos. Era solitaria, pero tampoco quería parecerme al monstruo del lago ness, ni a el sascuash, por lo que cuidaba mi apariencia. Salí del baño y lo ví a el, estaba apoyando su espalda contra la pared del baño, nuestras miradas se encontraron.

¿Ya me recuerdas? - pregunté mirándolo seca y cortante, se quedó callado - lo tomaré como un no - dije empezando así unos segundos de silencio inexpresivo e incómodo -

¿Tengo que recordarte? - preguntó serio - digo, parece muy serio para que me lo digas así - dijo cruzando sus brazos. Su voz cambió y mucho, además estaba muy alto, y tan lindo como siempre, era el, Guillermo de la Rosa, mi mejor amigo cuando era una niña y la razón por la cual tenía un bonito recuerdo de mi niñez.

En serio te olvidaste de mi, no lo puedo creer - rodee los ojos y me di la vuelta para caminar al salón y el tomo mi brazo y lo jalo, me di la vuelta y lo vi, el tenía una gran sonrisa y yo estaba con la cara mas amargada que podía tener, no estoy segura porque, pero me dolió mucho que me dijera eso. Empezó a reír y me abrazó, lo empujé y me le quedé mirando con duda en mis ojos.

¿Cómo me olvidaría de ti?, ¿estás idiota? - dijo mientas volvía a abrazarme - Al comienzo no te reconocí, pero cuanto creciste, no lo puedo creer y el aire que emanas ahora, ya no es el dulce y cariñoso que emanabas antes, cambiaste mucho. Me costó reconocerte - decía el mientras me abrazaba y una gran sonrisa se pintaba en su boca -

Algó se movió dentro de mi, e hizo que mis mejillas se tornaran de un suave color rojiso. Hace mucho que no sentía este calor en el pecho, era Guillermo, el había vuelto a hacer que mi corazón lata como antes. Por como estaba en ese momento era mas que obvio, me di cuenta en tres segundos.

Sigo enamorada de Guillermo.

Fin del capítulo uno, gracias por leer, espero que les gustara. 

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AVISO: DESDE HOY LES DIRÉ PEQUEÑAS PANDITAS >3< .

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