Forzada a Amarte (Rubius y tu)[Adaptada]

Capítulo 8

HISTORIA Y CAPÍTULOS CORTOS

Esto es increíble, es un acosador. Aquí hay más de 12 expedientes. – Comenzó a ponerse bastante nerviosa.–Pero, ¿qué voy a esperar? A mí me secuestró.
Tomó un puñado de fotos que había en la carpeta: Hilary paseando, de compras, su casa, su coche... pero las siguientes la dejaron paralizada. En ella aparecía la chica, en esa misma habitación mirando a la cámara aterrorizada, con las ropas rasgadas y moretones por todo el cuerpo...
... Y en la última, su cuerpo yacía sobre la cama con los ojos muy abiertos y sin vida.
______ quedó sin respiración. Las lágrimas se le agolpaban en los ojos y corrían por sus mejillas, pero ella no era consciente de eso. Buscó y buscó frenética por las demás carpeta y en todas se repetía la misma escena...

Rubén: Ellas no eran tú —Susurró a sus espaldas.

______ se arrinconó contra la pared, aterrorizada.

Rubén: Tienes que entenderlo, ninguna era tú. Pero, ahora todo está bien, tu estas aquí conmigo. Ya no tienes que preocuparte por ellas.
Tu: ¿Dónde están? —preguntó entre lágrimas.
Rubén: No importan. Ahora solo contamos los dos —dijo acercándose a ella, intentando tocarla.
Tu: ¿Dónde están? —le gritó apartándose de él.
Rubén: Vamos, ______, tranquilízate, esto no es bueno para nosotros.
Tu: No me toques, ¿Dónde están?
Rubén: ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué están muertas, eso es lo que quieres oír?

Pero ella no termino de escuchar lo que él tenía que decirle, de un empujón lo apartó de la puerta y corrió hacia arriba, pero en las escaleras Rubén la tiró y la inmovilizó bajo su cuerpo.

Rubén: Tranquilízate, por favor —pero ella lloraba y forcejeaba histérica— ¡Basta! — le gritó.

Ella se quedó inmóvil. Era absurdo luchar contra él en estas circunstancias.

Rubén: Así está mejor, ahora vamos a subir al salón y hablaremos pacíficamente.

Rubén la puso en pie y sujetándola del brazo la llevo hasta el sofá. Ella no dejaba de temblar.

Tu: ¿Vas a matarme? —pregunto entre sollozos
Rubén: ¡No, no! Por favor, escúchame bien: no quiero matarte ni hacerte daño, solo te quiero a ti, tenerte aquí conmigo.
Tu: Pero ellas también estaban aquí contigo y las mataste.
Rubén: Olvídate de eso, es el pasado y yo no quiero hacerte daño, solo quiero amarte – dijo acariciándola e intentando besarla.

Ella lo rechazó y se levantó.

Tu: Pero las mataste, las asesinaste tú, después de traerlas hasta aquí en tu furgoneta como a mí y cuando te cansaste... Adiós, sin más. ¿Cómo lo hiciste?
Rubén: ______, esto no es bueno para nosotros —dijo intentando agarrarla.
Tu: No, no, déjame adivinar. Las estrangulaste, ¿verdad? Las estrangulaste como has estado a punto de hacer conmigo ya varias veces.
Rubén: Tranquilízate, vamos no me hagas esto —dijo intentando tomarla de nuevo.
Tu: ¡No me digas más que me tranquilice! ¿Ves las marcas de tus dedos alrededor de mi cuello? ¿Cuánto tiempo hará falta para que me hagas lo que a ellas? —le gritaba, mientras intentaba abrir la puerta que como siempre estaba cerrada.
Rubén: Escúchame y para de una vez. —La sujeto de espaldas, abrazándola de forma que no podía moverse. — Estoy enamorado de ti desde hace mucho tiempo y ellas solo intentaban sustituirte, pero yo solo te amo a ti. — Dijo abrazándola con más fuerza.
Tu: Suéltame. "¡Yo quiero, yo quiero!" Y no te has parado a pensar que es lo que quiero yo. ¿No, verdad? Pues, lo que yo quiero es seguir con vida.
Rubén: De acuerdo, piensa que te he dado la oportunidad de conocerme y te has enamorado de mí... o me vas a decir que lo de anoche no significó nada; y tú no estabas asustada precisamente, me amaste como yo a ti.
Tu: ¿A las otras también les hiciste eso? ¿Antes o después de matarlas? —le grito intentando deshacerse de él.
Rubén: Veo que hoy no vamos arreglar nada, estas demasiado alterada, voy a ponerte un relajante para que descanses y veas las cosas con otra perspectiva – la llevó hasta un armario del que sacó una jeringuilla. Cuando ella vio lo que intentaba hacer, lucho por soltarse, pero Rubén la aferró por un brazo y aunque tiraba y tiraba le fue imposible escapar de él.
Tu: No, por favor, no vuelvas a pincharme...