1 . Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus

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Imagine que los hombres sean de Marte y las mujeres son de Venus. Un día hace mucho tiempo, los marcianos, mirando a través de sus telescopios, descubrieron a las venusinas. El solo hecho de echarles un rápido vistazo a las venusinas les despertó sentimientos que no habían tenido nunca. Se enamoraron e inventaron rápidamente los viajes espaciales para volar cerca de Venus.

Las venusinas recibieron a los marcianos con los brazos abiertos. Habías sabido en forma intuitiva que ese día llegaría alguna vez. Sus corazones se abrieron de par en par para un amor que nunca antes habían sentido.

El amor entre venusinas y marcianos fue mágico. Se maravillaron estando juntos, haciendo cosas juntos y comunicándose entre sí. Aunque eran de mundos diferentes, se deleitaron en sus diferencias. Pasaron meses aprendiendo uno acerca del otro, explorando y valorando sus diferentes necesidades, preferencias y pautas de comportamiento. Durante años vivieron juntos, enamorados y en armonía.

Luego decidieron volar hacia la tierra. Al principio todo era maravilloso y hermoso. Pero se impusieron los efectos de la atmósfera terrestre y una mañana todos se despertaron con un tipo peculiar de amnesia: ¡la amnesia selectiva!

Tanto los marcianos como las venusinas olvidaron que eran de planetas diferentes y que se suponía que eran diferentes. En una mañana todo lo que habían aprendido acerca de sus diferencias fue borrado de sus memorias. Y desde ese día, hombres y mujeres han estado en conflicto.

El recuerdo de nuestras diferencias

Sin el conocimiento de su diferencia, los hombres y las mujeres se enfrentan unos a otros. En general nos sentimos frustrados o enojados con el sexo opuesto porque hemos olvidado esa verdad


importante. Esperamos que el sexo opuesto sea más como nosotros. Deseamos que "quieran lo que queremos" y " sientan lo que sentimos".

Suponemos erróneamente que si nuestros compañeros nos aman reaccionarán y se comportaran de cierta forma, la forma en que nosotros reaccionamos y nos comportamos cuando amamos a alguien. Esa actitud nos dispone a sentirnos decepcionados una y otra vez y nos impide tomar el tiempo necesario para comunicar en forma afectuosa cuales son nuestras diferencias.


Los hombres esperan erróneamente que las mujeres piensen, se comuniquen y reaccionen en la forma en que lo hacen los hombres, las mujeres esperan erróneamente que los hombres sientan, se comuniquen y respondan en la forma en que lo hacen las mujeres. Hemos olvidado que se supone que hombres y mujeres son diferentes. Como resultado de ello, nuestras relaciones se llenan da fricciones y conflictos innecesarios.

El hecho de reconocer y respetar con claridad dichas diferencias reduce drásticamente la confusión cuando uno trata con el sexo opuesto. Todo puede explicarse cuando uno recuerda que los hombres son de Marte y las mujeres son de Venus.

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