Humano (Detenida)

Compañía

Escuché unos sonidos que provenían de alguna parte de la casa, así que aun con el miedo en mi mente me puse investigar.

Seguí el sonido, caminando lentamente y con cuidado.
Ni siquiera me había dado cuenta de que podía pararme y caminar tan fácilmente en ese momento.
Aun tenia mi corazón acelerado, gotas de agua caigan de mi ropa, y la sangre de mi frente seguía fluyendo.
Cuando llegue al origen de los ruidos me encontré con una habitación, que tenia un par de sabanas en el suelo y sobre ellas unas almohadas, seria el cuarto de las personas que vivían ese lugar.

Me acerque con cuidado pensando en que si había alguien ahí, podrían ser los que me dejaron inconsciente.
Cuando de pronto me encontré tumbado en el suelo, con algo encima de mi, intente librarme de eso pero estaba muy débil como para lograrlo y era muy pesado, en un intento fallido de defenderme esa cosa araño mis brazos causandome mucho dolor, intente quitármelo pero era inútil, pensé que seria mi fin, así que solo cerré mis ojos esperando que todo terminara.
Cuando sentí algo húmedo que recorría mi cara, solo alcance a cubrirme y abrir los ojos para ver a esa "criatura", y lo que ví me fue un animal con grandes orejas y una lengua mucho mas larga que la de un humano y sin duda mucho mas húmeda.
"Un perro" fue lo único que atine a decir.
Y si era un perro, uno grande lo suficiente como para haberme tirado al suelo, el me miraba con sus ojos negros y la lengua fuera mientras veía como movía su cola, parecía feliz, feliz de... Verme.

Conseguí ponerme en pie y verlo claramente, no era tan grande como imagine en un principio, y sus uñas no eran tan filosas como para lastimarme, cuando revise mis brazos solo tenía unos rasguños pequeños, supongo que el miedo me hizo creer que me había lastimado aun mas, era blanco con unas grandes manchas negras en su cuerpo.
"Un dálmata?" a pesar de que reconocí su raza, me parecía raro, como si jamas hubiera visto uno, pero sabia como eran, eso solo me había dejado aun mas desconcertado.
Me miro con cara extrañada como preguntándome que me pasaba, o si era tonto, me preguntaba hasta que punto la segunda sería cierta.
Me acerque a el lentamente para intentar acariciarlo, el me dejo sin ninguna queja y luego empezó a lamer mi mano, me reí por las cosquillas que me hacia, y se abalanzó encima de mi para volver a lamer mi cara.
"Basta chico, basta" dije mientras intentaba incorporarme y no paraba de reír.
De nuevo me miro con cara de que yo era un ingenuo.
Resulto que en verdad era una chica.
Luego de esto y acompañado de mi nueva amiga seguí investigando, me encontré unas mochilas, una de ellas con algo de comida enlatada, algunos vegetales, como papás, zanahorias y unos tomates,
"El tomate no es una verdura" esas palabras resonaron en mi mente, con un tono de inocencia y regaño, eran mías pero sonaban extrañas como si el que las dijera no fuera yo, aunque tampoco me conocía en verdad como para saberlo.

También  encontré un botiquín de primeros auxilios, con el cual limpie y desinfecte la herida, para luego colocarme un pedazo de algodón con una venda y cinta, no sabia si lo estaba haciendo bien, pero en ese momento detener el sangrado era lo único que me importaba.

La otra mochila tenia ropa, parecía la de un hombre adulto por la forma y el tamaño que tenían, las deje en su lugar, no me parecía correcto tomar sus cosas, a pesar de que ellos me hicieran eso, así que seguí explorando.

Regrese al lugar donde me encontraba para ver si lograba recordar algo.
Y lo que ví, hizo que mis piernas flaquearan de nuevo, dejo mi mente en blanco, y por un instante sentí que mi corazón se detuvo.
En el sitio donde yo estaba, había un pequeño charco se sangre, pero alrededor había, había rastros de está gigantes, los seguí hasta fuera de la casa y con lo que me encontré hizo que el alma se me cayera a los pies, dos cuerpos sin vida fue lo que me destrozo por completo, y me hizo pensar en lo que podría haber pasado, todo lo que se me ocurría era que eso fue mi culpa, y que yo era en verdad un... Asesino.
Caí de rodillas y rompí en llanto, mis manos estaban manchadas de sangre, solo alcance a abrazar a la perra mientras ella lamia mi cara, como si estuviera intentando consolarme, me quede ahí mucho tiempo, una hora, tal vez mas, pensando en lo que había echo, y lo que me esperaba.

Después de todo eso y de que recupera un poco la compostura, revise a esas dos personas, eran un hombre y una mujer, tenían la ropa echa añicos, estaban cubiertas de sangre, y llenas de moretones, pero eso no fue lo que mas me impacto, sino el echo de ver a ambos sujetados de las manos y sonriendo.
Eso me destrozo aun mas, vomité no por el echo de verlos así, sino porque sentía asco, asco de mi mismo.
Yo... Yo había asesinado a dos personas, dos personas que aunque no entendía del todo su relación parecían ser una pareja y que se amaban
Mi nueva amiga, me miraba con lastima y se recostó a mi lado, eso mi hizo pensar que lo mejor era que ella se fuera no me merecía nada mas que dolor y sufrimiento por lo que hice, pero también que no estaba solo y que tendría a alguien que me acompañe a pesar de todo, ese sentimiento me hizo sentir feliz y egoísta al mismo tiempo.

Decidí que lo mejor era enterrar a esas personas, creía que era lo menos que podía hacer, cabe la fosa con mis manos y la perra me ayudo, como si entendiera la situación.
Me quede sentado mirando a la nada unos minutos, ya no me portaba lo que me pasara, solo quería olvidar aquello.
Regrese a las ruinas, intente tomar la cacerola que tenia la comida, me queme, por algún motivo me sorprendí, sabia como funcionaba el fuego, y aun así trate de tomarlo sin ninguna protección, supuse que se debía al shock que tenia.
Tome una de las mantas que estaba en el suelo para recoger la cacerola, parecía que lo que estaban por comer era algo de carne y vegetales, no podía saberlo ya que estaba muy quemada, demasiado como para comerla, le di la comida a mi amiga y a ella no le importo como estaba.

Decidí salir a fuera, no tenia un plan, no tenia fuerzas, no tenia nada, solo a mi compañera que era lo que me animaba a seguir aunque no sabia porque lo había.
Decidí caminar hasta que algo ocurriera, pero al salir, lo que ví me dejo impactado.
Había estado fuera por una hora pero ni siquiera me había dado cuenta de lo que estaba a mi alrededor.