CAPÍTULO 5 - Beso

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—Llegaré mañana. Estoy conduciendo hasta Washington —dijo Martina con voz seria y fruncí el ceño aunque no pudiera verme.

—¿Mañana? —pregunté incrédula—. Pero aún no cumplo diecisiete —añadí.

—Eso es lo que menos importa, además solo serían unos días de diferencia. Ahora urge.

—¿Vendrás a mi casa?

—No sería buena idea. Tu madre me dejó en claro que hablara contigo a solas, y habría riesgo de que Rachel estuviera ahí —explicó. ¿Por qué mi madre no habrá querido que Rachel se enterara si ella era más responsable y precavida que yo?

—Pero, ¿por qué? —inquirí confundida y escuché un suspiro del otro lado.

—No lo sé, pero Scarlette, debes de tener cuidado, ella no puede saberlo —advirtió.

—De acuerdo mira, yo no tengo idea de quien seas, ni de si deba confiar en ti. Así que de una vez te advierto que si intentas algo extraño, sacaré mi cuchillo y te degollaré sin contemplaciones ni remordimiento —amenacé con voz inexpresiva.

—Estoy de acuerdo contigo, pero verás que estoy de tu lado.

—Muy bien, ¿entonces en dónde podré encontrarte?

—Te enviaré un mensaje con la dirección —respondió.

—Lo estaré esperando —dije antes de colgar.

Volví con Honor y miré mi panqué con una mueca. De repente había perdido todo su encanto. Honor vio y me lo quitó para acabárselo de una mordida, ella y yo siempre habíamos compartido nuestro amor por la comida.

—¿Estás bien? Pareciera que hubieras visto a un fantasma —murmuró con la boca llena mientras me observaba. Me encogí de hombros despreocupadamente y sacudí la cabeza para despejar mi mente.

—Casi —susurré tan bajo que ella no escuchó. Estaba sorprendida, mucho. ¿Acaso mi madre siempre supo que ellos morirían antes?
Todo este asunto me tenía preocupada  y sin embargo esperanzada, no había sabido nada de ellos en seis años y aunque ya estuvieran muertos, la idea de enterarme de algo más era… satisfactorio.

—Estoy bien —respondí más alto y ella frunció el ceño.

—No lo parece —insistió y suspiré.

—¿Sabes qué? Tienes razón, me duele la cabeza. —En parte era cierto —. Creo que me voy a casa.

—Mejor ve a enfermería —opinó y negué

—Prefiero mi cómoda cama, que a esa cosa dura a la que llaman camilla —refuté y puso los ojos en blanco.

—Entonces deja que te lleve —se ofreció.

—Soy capaz de manejar por mi misma,

Me levanté y ella se despidió antes de entrar de nuevo. Ya no le sorprendía que me saltara las clases, tal vez la escuela no fuera mi lugar favorito, pero nunca había reprobado, ni siquiera con Zuckerman.

Fui al estacionamiento y cuando llegué hasta mi auto, lancé mis libros hacia adentro, saqué unos cigarrillos de la guantera y encendí uno mientras me recargaba en la puerta. No quería apestar los asientos.

Yo no bebía alcohol pero sí fumaba, solo en momentos de estrés, como este. Era algo que Rachel no sabía, creería que soy una adicta, pero la verdad es que siempre me había controlado.

—¿Fumas? —preguntó la voz de un chico. Miré de reojo a Dwight llegando a mi lado con una media sonrisa.

—Ustedes son como una plaga —murmuré irritada lanzando una nube de humo por la boca.

EL CÍRCULO NEGRO #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora