—¿Esos son brownies los que huelo? —pregunté recién levantada y entrando en la cocina.
Rachel había puesto una gran bandeja llena de estos, calientes y apetitosos sobre el fregadero.
—Sí, me levanté temprano, así que tuve ganas de cocinar —dijo con sonrisa—. Lo hice de la receta de mamá —añadió poniendo uno sobre un plato y dándomelo. Me extrañó que cocinara recetas de mi madre, tal vez lo había hecho por la discusión de ayer, ella sabía que amaba esos brownies, así que supongo que quiso hacerme algo que me recordara a tiempos felices.
Tomé el plato con una media sonrisa nostálgica y le di un gran mordisco, el delicioso sabor a chocolate invadió mi boca deleitándome.
—Iguales a los de ella —murmuré y sus ojos se iluminaron.
—¿De verdad? —inquirió esperanzada y asentí.
—Fantásticos —afirmé y era cierto. Rachel hizo una sonrisa triunfante.
—Eso era lo que quería —susurró y sonreí, lo sabía...
—Iré a darme una ducha para irme —avisé antes de tomar dos en cada mano y salir disparada hacia el baño.
Los brownies habían hecho que comenzara tranquila el día, pero ahora bajo la regadera y con el agua caliente cayendo sobre mi espalda hizo que la preocupación regresara. Preocupación de que Radrick le hiciera algo a Honor o a Rachel si no buscaba su estúpida piedra. Pensé en preguntarle a mi hermana pero eso levantaría sospechas y no quería volver a discutir con ella.
Puse las manos sobre la fría pared y apoyé la frente en la misma. A partir de hoy iría armada con estacas, no sabía cuando se podrían necesitar, de hecho lo que necesitaba urgentemente era un plan y uno ingenioso si quería derrotar a Radrick, no sin antes de que me dijera quien era realmente el asesino de mis padres. Haría pagar a ese maldito, e iba a hacer que me recordara por siempre, porque cuando lo encontrara convertiría su existencia en algo mucho más miserable al igual que lo había hecho conmigo cuando tenía once años. A Radrick también lo haría pagar.
Sonreí imaginándomelo de rodillas y pidiéndome clemencia.—¡Scarlette, apresúrate si no quieres llegar tarde! —el grito de mi hermana me trajo de vuelta y salí rápidamente del baño.
Me puse unos vaqueros, una blusa de manga larga y unas botas, en las que metí una daga en cada una, pero había decidido no llevarme la estaca, no creía que Radrick atacara hoy... o eso esperaba.
Bajé saltando de dos en dos los escalones y llegué a la sala en donde Rachel estaba guardando la portátil en su estuche.
Ella había entrado a trabajar de secretaria en una empresa después de la muerte de nuestros padres.
Iba vestida formalmente, nos parecíamos un poco, solo que su cabello era lacio y sus ojos eran cafés.—¿Te llevarás el Mustang? —preguntó y asentí. Habíamos cambiado el Jeep de papá, consiguiendo un Mustang seminuevo y un Volvo, añadiendo una gran suma de dinero que El círculo nos dio como compensación después de esa fatídica noche.
Ambos coches negros, porque era más discreto salir de noche con ellos.
—Te veré al rato —me despedí tomando las llaves del auto.
—Espera —me detuvo y volví la cabeza—. ¿Dónde está tu onuxor? —interrogó examinándome y me mordí el labio. ¡Carajo...!
—En mi bolso, me lo pondré luego —mentí y salí con rapidez antes de que me preguntara otra vez. Había estado cerca.
Conduje con rapidez, ya iba tarde.
Saludé a Honor que me esperaba en la entrada de la escuela. Es algo que siempre habíamos hecho, esperarnos la una a la otra, además teníamos la primera clase juntas.

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EL CÍRCULO NEGRO #1 ©
VampirosScarlette Bloodwod es una chica entrenada desde los siete años para ser cazadora de vampiros. Su vida iba bien, hasta que perdió a sus padres en una misión. Junto con su hermana mayor Rachel, se pondrá en busca del vampiro que los asesinó, pero la...