XLV · Ansiedad

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A pesar de estar a punto de morir, solo podía pensar en Ib y Garry. Ib estaba sola con Garry y Garry no viviría durante mucho más tiempo. Ib era solo una niña pequeña. Ninguno de los dos se merecía nada de esto.

Tenía la vista un poco nublada pero podía ver a la perfección como Mary había cambiado de rosa pero no de juego.

—Me quiere... No me quiere... —Ella notó que la observaba en silencio y paró de cantar —¿Sabes? Leí en un libro de esta galería que a las chicas del mundo real les gusta jugar a "me quiere, no me quiere" —Su risa no tardó en volver a escucharse mientras que mi rosa se quedaba sin otro pétalo —Nunca había jugado, pero es muy divertido ¿Quieres probar? —Cuestionó con malicia.

A mi rosa ahora le quedaban seis pétalos.

—Por cierto, no te he preguntado, ¿Te gusta mi habitación? —Preguntó volviendo a la voz de niña pequeña que aparentaba ser. La habitación de la que hablaba estaba llena de ceras y demás artículos de pintura más propios para niños pequeños. Varias estatuas yacían sentadas en silencio observando la escena tétrica que se estaba desarrollando con aquella sonrisa que todos poseían, una sonrisa falsa, irónica y hasta divertida. Solo había un cuadro. El cristal estaba roto y solo estaban representadas unas rosas que rodeaban un hueco vacío. Era el cuadro de Mary.

Al ver que lo observaba, su expresión cambió a una más seria. Como si hubiera tomado un descanso de su sádica actividad para reflexionar. Sin apartar la mirada del cuadro siguió hablando.

—Me costó mucho salir del cuadro —Murmuró. Intenté recomponerme un poco, aprovechando la distracción, levantándome del suelo en el que estaba tumbada pero un dolor agudo en el costado me hizo volver a caer —Recuerdo la ansiedad que sentía al verme encerrada de aquella manera, sin posibilidad de salir, sola en lo más profundo de la galería. Un día no aguanté más y rompí el cristal. Mi mundo se extendió un poquito más y conocí a las demás obras de mi padre. Comencé a dibujar como él, leí los libros que habían sido escritos por Guertena descubriendo un poquito más cada vez. A la vez que más aprendía más ganas tenía de conocerle. Pero... El está en el mundo real y yo estoy aquí... —Después de aquella confesión volvió a mirarme a mí y la calidez con la que había estado hablando de Guertena desapareció dejando aquella mirada vacía y rota —Por eso quiero salir de la galería... Quiero conocerle. Quiero que alguien me quiera. Quiero ser una chica normal como Ib —Ahora hablaba rápido, como si estuviera soltando todo lo que se había callado por años —Quiero salir al exterior, ir a muchos lugares distintos, comer chucherías como galletas, crema, chocolate... Dejar de estar sola y tener amigos con los que jugar al escondite y dibujar...

El tono desesperado con el que narraba todo aquello encogió mi corazón de sobremanera. Entendí entonces las razones por las que se había comportado así, me las había explicado ella misma. Por un momento, y entre la pequeña niebla que me comenzaba a nublar la vista, la observé y me vi reflejada en ella. En las ganas que tenía de hacer mucho más que a lo que había sido sentenciada, a vivir la vida como ella eligiese y... por la necesidad que tenía de ver a su padre. Reconocía esos ojos brillantes por la emoción y las lagrimas al hablar de el, los había visto muchas veces al espejo. También la voz teñida de añoranza con la que hablaba de Guertena. Le echaba de menos, le necesitaba.

Mary era solo una niña que estaba completamente sola desde que fue creada.

—Por eso necesito salir —Explicó arrodillándose junto a mí y apartándome el pelo de la cara con un poco de brusquedad —Solo pueden salir el mismo numero de personas que han entrado a la galería...

—Tu no eres una persona —Mi voz átona la interrumpió y ella me miró inexpresiva.

Después sonrió.

—Tienes razón —Arrancó un nuevo pétalo de mi rosa, el aire se me escapó por un momento que yo sentí eterno —No soy una persona, mi vida no depende de una rosa —Un nuevo pétalo cayó al suelo. Un pitido comenzó a sonar con fuerza en mi cabeza y el dolor de los cortes que habían ido apareciendo en mi cuerpo se atenuó haciéndome gritar. Su sonrisa se extendió, disfrutando de cada gemido de dolor desesperado que solté —Pero tu sí y tu vida no solo depende de una rosa, Bianca —Susurró acercándose a mí, amenazante —Depende de mí.

White Rose ❅ Ib GameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora