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Chasqueé la lengua.

No tenía ganas de hablar con él y que arruinara mi día con sus frases idiotas.

Imbécil, dije para mí misma. Me crucé de brazos y bajé mi cabeza un poco, sabía que no iba a servirme para refugiarme de la lluvia pero era algo automático hacerlo. Comencé a caminar bajo la lluvia a pasos medianamente rápidos. 

Cada vez mi cabello comenzaba a humedecerse gracias a las gotas de lluvia, algunas otras lograban llegar a mi cara y ropa.

Por alguna razón, para mí me generaba satisfacción oír las gotas chocar con los objetos de mi al rededor. 

Tranquilo y pacifico, arruinado por una mano que jaló de mi codo, haciéndome voltear instantáneamente.

—Ey.

—Rodee mis ojos. Voltee a ver a la persona que intenté evitar— ¿Qué haces aquí y qué quieres? -Lo miré cansada.

—¿Estas más odiosa hoy?— Me miró con una media sonrisa. Las gotas caían perfectamente por su cara y cabello, haciendo que algunos mechones se adhirieran a su frente.

—Creó que ahora eres tu quien responde con preguntas y no creó que sea el lugar ni el momento para tus chistesitos, Asher— Suspiré.

—Todo momento es bueno para mis chistes, Haythe.

—Eres un egocéntrico— Me crucé de brazos.

—Puedo ser lo que tu quieras— Me guiño un ojo.

—Estoy de acuerdo que no tengo tiempo para tus chistes— Me voltee nuevamente y caminé esta vez más rápido que antes, tal vez me desharía de él.

—Todas caen después de todo— Gritó.

¿Qué?

¿Qué?

—Resoplé de sorpresa, ¿En serio dijo eso?— No eres la última Coca-Cola del desierto, Angel— Le respondí.

—Dí lo que quieras, no me interesa— Espetó él de lejos— ¡Pero ya verás!

Estaba muy mojada y me hacía tener mucho frío.

—¿Quieres apostar?— Dijo confiado.

—¿Quieres apostar 3 patadas en el culo, idiota? esa apuesta la aceptaría con ganas, créeme.

Seguí caminando, y por un segundo miré por encima de mi hombro, una sonrisa curvó sus labios a lo lejos.

Apreté mis puños a mis costados y volví a poner mi vista al frente para seguir mi camino.

Aún que nuestra conversación fue corta, sentía que había arruinado mi día, su aura de idiota me molestaba.

Anteayer estaba más simpático. 

El autobús que me llevaría a mi casa pasó, extendí la mano a la calle para que este se detuviese y lo hizo, subí completamente empapada, el chófer y los pocos pasajeros me miraron confundidos,—¿Qué? ¿Nunca se mojaron en la lluvia?— los ignoré por completo y pasé por el pequeño pasillo, me senté hasta atrás y me acurruqué, realmente hacía frió, en general. 

¿Por qué tuvo que ir precisamente ahí para usar el teléfono?, ¿Me estaba siguiendo para simplemente decirme todo eso?

El autobús paró frente de mí casa, el recorrido duró casi media hora, la lluvia había parado un poco y yo ya estaba seca por la calefacción del bus, me bajé y corrí a la puerta de mí casa, abrí y obviamente entré cerrando con un portazo la puerta. 

shit; asher angel [En proceso de edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora