Slightly bitter #Cherikweek2019

𝐻𝑎𝑧 𝑙𝑖𝑚𝑜𝑛𝑎𝑑𝑎.

La mente del pequeño Erik Lehnsherr siempre asociaba la palabra verano con tres simples cosas: El caluroso sol, la refrescante playa y la deliciosa limonada que preparaba su madre, Edie. Sin embargo ese verano solo significaba dos cosas para el joven de doce años, limonada y Charles. 

Aquel lindo niño de radiantes ojos azules que había conocido después de venderle un vaso de su típica bebida, aquel que lo había llamado 'Erickson'  por equivocación.

Ya había transcurrido una semana desde su primer encuentro, Erik realizaba la misma rutina que había establecido para sus vacaciones, ayudar a su madre en casa, robar limones con Azazel, preparar la dulce bebida y pasar toda la tarde en su pequeño puesto. Pero había algo distinto en la última parte de su rutina, Charles llegaba cada tarde para comprarle limonada.

De forma inopinada se había convertido en su mayor cliente frecuente y por si fuera más extraño para el alemán, en su amigo.

La segunda vez que Charles se había aparecido en el patio de su casa, el joven tudesco se quedó perplejo al encontrarlo de nuevo visitando su puesto. El primogénito de la familia Xavier había excusado su repentina aparición, alegando que la limonada que había bebido era la más deliciosa que jamás había probado en sus doce años de vida.

Algo que quizá para Erik había sonado ligeramente exagerado, el que alabara tanto una simple bebida casera; pero no impidió que el otro niño le comprara dos vasos de la bebida en ese instante, después de todo necesitaba el dinero. Intercambiaron unas pocas palabras en lo que el joven de ojos cerúleos bebía el refrescante líquido y cuando esta dispuesto a irse y despedirse del amable vendedor. Este último le había corregido con sus mejillas encendidas en rojo, cuando pronunció su nombre.

-Es Erik Lehnsherr, no me llamo Erickson.- aunque realmente el joven telépata ya tenía conocimiento de esto, no había querido revelarlo. Y se sentía agradecido de no haberlo hecho, ya que la vista que tenía de un pequeño Erik avergonzado, le había causado una inmensa ternura hasta el punto de acelerar su corazón.

De esta forma había transcurrido la semana del joven vendedor, el de cabellos castaños frecuentaba cada tarde su puesto, alegando que jamás se cansaba de consumir su deliciosa bebida. Platicaban amenamente de como habían sido sus mañanas, Charles contaba más cosas sobre él, por ejemplo que tenía una hermana llamada Raven y que él vivía a las afueras de la ciudad.  Lo último hizo que Erik soltase un alarido de sorpresa, no podía creer que recorría varios kilómetros cada tarde solo para ir a comprarle limonada.

-Erik me agradas mucho, me gustaría ser tu amigo-. Fue en ese momento en donde el joven Xavier expresó sus verdaderas intenciones, un poco avergonzado de sus palabras había extendido su mano hacia el delgado niño, esperando una respuesta.

El estupor del alemán en ese momento duró unos cuantos segundos, nadie -a excepción de Azazel- le había preguntado eso. Realmente él no se creía una persona interesante ¿por qué habría de interesarse en él? solo era un niño pobre que vendía limonada casera. Ciertamente Charles era una persona amable, el simple hecho de que caminara desde tan lejos solo para verlo, le provocaba una sensación de aprecio y aunque no lo admitiera en voz alta, Erik quería seguir viendo a aquel hermoso niño de ojos azules y pequeñas efélides rosadas.

-Seamos amigos, Charles.- tomó la mano del contrario y brindándole una de esas sonrisas de tiburón que tanto lo caracterizaban, ambos hicieron una promesa.

Los días siguientes el pequeño Xavier se aparecía como de costumbre para comprar limonada, aunque ahora mantenían conversaciones más largas, en donde compartían anécdotas, tímidas y escandalosas risas, algunas miradas discretas por parte de Charles que denotaban ternura hacia su amigo. Pronto el mejor amigo del alemán, Azazel, se enteró de la nueva amistad que compartía su estimado Erickson y no dudó en hacerse amigo también del castaño.