Hay tres cosas que no quieres encontrar en el casillero de tu novio: un suspensorio sudado, una D en el exámen de historia de la semana pasada y un envoltorio de condón vacio.
Qué suertuda soy, le di a los tres.
Me las arreglé para omitir la calificación casi perdida y la ropa sudada, estudiando el papel aluminio rasgado. Lo cogí entre mi pulga y mi dedo índice, sintiendo como se me abría la boca como a un personaje de caricatura mientras me recostaba en el casillero para recostarme.
-No puede ser- dijo mi mejor amiga, Sam, cuando miró sombre mi hombro-. Hartley, ¿eso es...?
-Eso creo- djie con voz rasposa.
-Bendito condenado, ¡eso apesta!
Me volteé hacia ella. -¿Condenado?
Sam encogió los hombros. -¿Qué?
-¿Estamos censurando ahora?
-Kyle dice que tengo boca de camionero.
-Tienes boca de camionero. Es una de las cosas que más amo de ti.
- Kyle dice que no es muy femenino.
Le volteé los ojos al techo. -Sí, tomariá consejos de feminidad de un chico que vive en su camiseta de fútbol.
Sam se puso sus manos en las caderas y me dirigió una mirada punzante.- Bueno, al menos mi novio no se está tirando a la presidenta del Club de Castidad.
Miré al papel de Trojan en mi mano. Tenía razón.
-Dios, esto no puede estar pasando- me quejé.
Que es exactamenre lo que he estado diciendo desde que Ashley Stannic me mandó un mensaje en la primera hora de Inglés diciendo que alguien había visto a mi novio, Josh DuPont, tocando a Courtney Cline después de la práctica de campo a traviesa de ayer. Al principio, no me lo había . prestado atención. Porque (a) Courtney Cline era la reina de mantente-virgen, poniendo posters de ¡Gánate Tu Derecho a Usar Blanco! por toda la cafeteria e incluso animando a los estudiantes a firmar un compromiso de abstinencia el primer día de clases, y (b) Josh y yo habíamos estado saliendo desde siempre.
Nuestra relación hasta había sobrevivido haber estado a larga distancia durante dos meses este verano: uno durante el cual fui a Ohio a visitar a mi abuela Mimí y el otro durante el que Josh fue a campamento de fútbol en Sacramento. Cada uno se había sentidi como una eternidad, pero una vez él regreso a casa, nos pasamos la semana entera anterior al inicio de clases pegados el uno al otro, sólo apartándonos cuando uno de nosotros necesitaba dormir o ir al baño. Éramos sólidos. Sabía que no había manera de que él me dejara. Ashley tenía que estar equivocada.
Sólo que, para la segunda hora Jessica Hampton y Chris Fret también estaban equivocados, mandándome mensajes para preguntarme que si el rumor de que Josh había llegado a segunda base con Courtney eran reales. Para el almuerzo, media escuela estaba equivocada, y yo recibía miradas a hurtadillas y de risitas por encima de bandejas de pizza y de salsa de manzana.
Y estaba cuestionando esa solidez.
Así que, hice lo que cualquier buena novia haría. Abrí el casillero de Josh. ¿Habría sido más maduro confrotarlo acerca de los rumores? Posiblemente. ¿Habría sido igual de efectivo?
Miré el pequeño paquete dorado en mi mano.
Lo dudo muhco.
No importa lo mucho que ame (tachen eso, amé, pasado) a Josh, no soy idiota. Todo el mundo sabe que el cromosoma Y lleva con él la instintiva necesidad de mentir cuando se encuentra bajo presión.
Que sería a lo que Josh tendría que enfrentarse cuando lo encontrara.
Seria presión... en su laringe .
Hice bola el papel dentro de mi puño .
-¿Dónde está?- les pregunté a todos-. ¿Dónde está ese pedazo de...?
Pero no logré terminar. El timre sonó, haciendo eco en los pasillos de la secundaria Herbert Hoover. Inmediatamente la conversación a nuestro alrededor se detuvo, los casilleros se cerraron, y cientos de zapatos chirriaron contra el sobre encerado piso mientras se dirigían a la quinta hora.
-Mira, tal vez haya alguna buena razón para que eso esté ahí- ofreció Sam, acomodándose su mochila en los hombros.
-¿Cómo cúal?- Metí el envoltorio en mi mochila, tiré la puerta del casillero de Josh y seguí a Sam por el pasillo.
-Buen, tal vez sea para su clase de educación sexual.
-No sé tú, pero la última vez que tuve clase de educación sexual fue en octavo grado.
-Buen punto. Okm tal vez sea para algún proyecto de ciencia sobre, ummm, ¿reproducción?
-Estás inventando.
-Ok. Pero tal vez sea sólo uno que uso contigo y el envoltorio se quedó en su mochila o algo así. Eso podría pasar, ¿cierto?
Me mordí el labio. No, no podría. Porque mi pequeño y sucio secreto que no podía compartir ni con mi mejor amiga era que al contrario de la presidenta del Club de Castidad, yo si era virgen.
Ok, no había firmado ningún compromiso o había hecho promesas para guardarme para el "Señor Correcto" cuando llegara. Es sólo que... bueno... no había sucedido para mí aún. Lo había intentado. Una vez. Durante el primer año cuando parecía que todo el mundo lo estaba haciendo, y pensé que estaba destinada a ser la única virgen en Silicon Valley. Había estado saliendo con Cole Perkins por un par de meses en ese entonces, así que acepté que cuando él quiso que fuera a su casa un viernes después de la prática de polo, acepté.
Su cuarto olía a pizza vieja, medias de gimnasia y el ambientador Glade que su mamá utilizaba. Él había puesto su iPod con una horrible música de Christina Aguilera, canciones que probablemente deberían haberme animado pero lo que hacían era que me cuestionara que hacua desnudándome con un tipo que habia bajado canciones de Christina Aguilera. Cole me juró que había hecho esto muchas veces, pero apuesto a que ese era su cromosoma Y hablando porque fue extraño, casi doloroso, y al final él había eyaculado por todas sus sábanas antes de que pudiéramos hacerlo en realidad.
Después de esa experiencia, decidí que no me estaba perdiendo de nada y abandoné la idea.
Hasta que llegó Josh. Había asumido que algún día lo haría con Josh. Ustedes sabes, cuando fuera el momento correcto.
Aparentemente el momento correcto había sido primero con Courtney Cline.
-Mira, lo buscaremos después de clases.- prometió Sam, deteniéndose fuera de su clase de literatura.- No te preocupes, Hart. Estoy segura de que esto es un gran malentendido.
Ella me dio un breve abrazo antes de entrar al salón. Me quedé mirándola vagamente escuchando el timbre de retraso llenar el pasillo con su horrible advertencia.
Correcto. Malentendido.
Más le vale a Josh rezar que eso sea todo lo que esto es. De otra forma, lo mataría.